De plano, ¿así estamos? La gran noticia en los medios de comunicación surgida de la reunión anual de los banqueros que se llevó a cabo en el puerto de Acapulco el jueves y viernes fue que el secretario Luis Videgaray se reunió a puerta cerrada con los banqueros. Una reunión calificada como ‘histórica’ porque nunca antes un secretario de Hacienda se había reunido para abordar los asuntos del sector con todos los banqueros. Vaya noticia.

 

Fue tal la importancia que se le dio a la reunión que la propia secretaría de Hacienda emitió el jueves un boletín de prensa subrayando el hecho: “Ésta es la primera ocasión en la que, en el marco de una Convención Bancaria, se realiza una reunión de trabajo de este tipo entre la Asociación de Bancos de México, y el titular de la Secretaría de Hacienda y su equipo”. Nada más se dijo sobre el contenido de la reunión ni sobre algún acuerdo concreto.

 

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Y por si el comunicado de prensa no fuera suficiente, la vocería de Hacienda en su acostumbrado boletín semanal reiteró ayer que “espacios como la Convención Bancaria permiten el diálogo entre las autoridades hacendarias y los representantes de las instituciones financieras, a fin de detectar y aprovechar las áreas de oportunidad para lograr consolidar al sector y convertirlo en una pieza clave para el desarrollo nacional”.

 

En suma. La noticia de la reunión anual de los banqueros fue la reconciliación de Videgaray con los hombres del dinero del país, el gremio sectorial más relevante y poderoso del empresariado mexicano, después de dos años de distanciamiento que impuso el orgulloso secretario.

 

A segundo plano pasaron las explicaciones del presidente Peña Nieto sobre la intención de su gobierno de confeccionar un presupuesto de gasto base cero para 2016 durante su discurso de clausura de la reunión bancaria. Ya su secretario de Hacienda lo había explicado en ocasiones anteriores. También a segundo plano pasaron las declaraciones del ex presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y del director del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, aplaudiendo la estabilidad y el potencial mexicano hacia el futuro. Atrás quedaron los dichos optimistas del presidente de los banqueros, Luis Robles, sobre una banca que vive su mejor momento y de una economía que está en la plataforma de despegue a partir de las reformas.

 

Videgaray había llegado golpeado a Acapulco. El mismo miércoles el WSJ recordó –con nuevos detalles- el cuestionado asunto de la compra de su casa en Malinalco, mientras que los resultados generales de la economía desautorizan sus reiteradas promesas sobre una gestión eficaz y solvente, tal y como la prometió en reiteradas ocasiones. Fueron las propias áreas de análisis de la mayor parte de los bancos las que en los últimos meses contradijeron los pronósticos del gobierno cuestionando, una y otra vez, su credibilidad. Un asunto muy delicado para un secretario de Hacienda con una economía en medio de la turbulencia global.

 

Así que el secretario llegó a la reunión con los banqueros buscando cobijo… y lo encontró. Y es explicable. Con todo y el recorte de gasto que se espera para el próximo año, están en curso grandes proyectos de infraestructura que requieren de carretadas de financiamiento que significarán un gran negocio para los intermediarios del dinero. Era el momento para intercambiar intereses.

 

Ante los flashes, cámaras y grabadoras en Acapulco cambiaron los gestos, el tono de las palabras y las declaraciones de banqueros y del propio secretario de Hacienda; a tal grado que la noticia fue la reconciliación buscada por Videgaray, el todavía poderoso hombre del Presidente.

 

De resultados concretos, de acciones por la rendición puntual de cuentas y de anuncios sobre cambios institucionales de fondo…nada nuevo. Las mismas palabras de siempre que siguen minando la credibilidad del gobierno.