Desde Los Pinos se nos ha dicho que tenemos que acelerar la ejecución de la agenda de pendientes. La intención es que el efecto positivo que han traído las reformas no se caiga y, por el contrario, que se multiplique con los proyectos y anuncios que siguen, por ejemplo, con el anuncio del nuevo aeropuerto en el Distrito Federal, me decía hace poco un alto funcionario público.

 

La instrucción de la Presidencia a los funcionarios de primer y segundo nivel del gobierno federal es clara. En el corto plazo el presidente Peña Nieto busca implementar un “programa económico de choque” que le dé resultados inmediatos en el crecimiento económico y cambie la percepción negativa de la ciudadanía, a la vez que acalle a los críticos que dudan de la capacidad de su gobierno para ejecutar eficazmente las reformas recién aprobadas.

 

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La gran mayoría de las grandes inversiones esperadas en el sector energético serán proyectos de mediano y largo plazo que -por la naturaleza y tiempo de maduración de los mismos- difícilmente darán resultados en el muy corto plazo. Los más optimistas dicen que no antes de mediados de 2016 se verán las millonarias inversiones que se esperan en este sector.

 

Pero ese lapso es demasiado amplio para los tiempos del PRI y del Presidente.

 

Con un consumo familiar estancado que revela el lento ritmo de generación de empleos formales y de un nulo crecimiento del ingreso real, los ciudadanos muestran en todas las encuestas su desaprobación a la política económica que ha seguido el gobierno y su desencanto con la gestión de Peña Nieto.

 

Así que el Presidente tiene poco tiempo para mostrar resultados económicos concretos, particularmente en materia de nuevos empleos. Las elecciones intermedias que se celebrarán en julio de 2015 -que renovará a la Cámara de Diputados y se elegirán alcaldes, regidores, legislaturas locales y a nueve gobernadores en 17 estados del país- prácticamente están a la vuelta de la esquina.

 

El gobierno ha sostenido el pronóstico de crecimiento de 2.7% para el año, a pesar de los magros crecimientos del primer y segundo trimestres, porque necesita elevar las expectativas del mercado. Las reacciones de optimismo del sector privado organizado son producto de ese trabajo de convencimiento, que, por otro lado, técnicamente es posible de alcanzar si la industria estadunidense sostiene el repunte visto recientemente.

 

Pero ahora el gobierno -con este “programa económico de choque”- busca echar mano de lo que tiene a su alcance, particularmente en lo que al ejercicio presupuestal se refiere.

 

Un factor de impacto inmediato en millones de hogares es el anuncio sobre el cambio del “Programa Oportunidades” al “Programa Prospera”, con lo que empaqueta una serie de programas dispersos, con el programa de subsidios para el combate a la pobreza. Se espera que haya un efecto económico positivo (y electoral) inmediato sobre estos 3.1 millones de familias.

 

El otro factor de impacto inmediato en la generación de empleos e ingreso familiar es el millonario gasto público en infraestructura, que ya se viene ejerciendo, pero que se redoblará en el último trimestre del año y en los primeros meses del siguiente.

 

Es allí en donde el anuncio de la construcción de un nuevo aeropuerto en la Ciudad de México adquiere relevancia. El proyecto de la nueva terminal aérea es el símbolo de la obra pública del gobierno, me decía el funcionario público al que hice alusión al inicio. “Tiene un significado especial por el mensaje que envía”.

 

Y es que la faraónica obra aeroportuaria de nueve mil 200 millones de dólares -algunos empresarios calculan costará un poco más- que se construirá sobre el Lago de Texcoco, a unos cuantos kilómetros del aeropuerto actual, tendrá que ser una obra de ingeniería de clase mundial por el grado de dificultad técnica que representa su construcción y por los riesgos que entraña. Pero no sólo eso. También por los requerimientos del gobierno para ser inaugurada en su primera etapa antes que Peña Nieto deje Los Pinos, es decir, en menos de cuatro años a partir de ahora. Un tiempo que algunos empresarios ven como insuficiente para una obra de esa magnitud y dificultad.

 

El asunto es que el multimillonario programa de infraestructura -abanderado por la construcción del nuevo aeropuerto capitalino- y que ahora suma 7.82 billones de pesos (unos 600 mil millones de dólares) es el principal eje para la reactivación económica en el corto plazo, para generar miles de nuevos empleos y el puntal para lograr un crecimiento anual de entre 4% y 5% para el periodo 2016-2018, como lo prevé el gobierno.

 

El “programa económico de choque” está en marcha y el gobierno espera que le dé resultados inmediatos.

 

 

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