Ayer la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro, mejor conocida como Consar, publicó los resultados de un estudio que realizó sobre los trabajadores independientes e informales del país.

 

Apoyándose en las cifras de INEGI, Consar redondea en 28.6 millones los mexicanos que están comprendidos en este grupo, es decir, una población bastante numerosa que resalta la importancia del estudio.

 

A los funcionarios de Consar les interesó conocer en estos casi 30 millones de mexicanos que no son asalariados -y cito textualmente el documento de 50 páginas que dio a conocer- “sus hábitos de ahorro, consumo y planeación para el retiro, así como para diseñar estrategias que permitan su incorporación voluntaria al SAR y de esta manera cuenten con recursos suficientes para tener una pensión”.

 

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El objetivo de atraer a casi 60% de la población económicamente activa que labora en la informalidad, a los planes de pensiones disponibles debe -efectivamente- ser un asunto que interese a los diseñadores de las políticas públicas. Y en ese sentido, la iniciativa de Consar es bien recibida.

 

Sin embargo el estudio de Consar adolece de un elemento analítico crucial para arribar a conclusiones más precisas sobre por qué esta numerosa población del país no ahorra para su retiro.

 

En general los resultados que arroja el estudio de Consar son más o menos previsibles: 1. Escasa cultura de prevención financiera (característica que, por cierto, no sólo es privativa de la población de informales/independientes según arrojan otros estudios y encuestas sobre el tema) 2. Un alto uso de medios informales para ahorrar, incluso entre los profesionistas, y 3. Escasa información entre la población sobre los mecanismos disponibles de ahorro para el retiro.

 

Esas conclusiones generales eran, de alguna manera, conocidas; pero el estudio de la Comisión no aborda el problema del ingreso de los individuos, uno de los problemas más acuciantes que enfrenta la población en el presente y más aún cuando se trata de ahorrar o de planificar el futuro.

 

Una de las preguntas que lanzó Consar a los encuestados fue: “¿Por qué no ahorra?” y las respuestas de los ‘trabajadores por su cuenta’ fueron: 68.5% contestó que “no le alcanza”; 6.5% porque “gano poco”; 3.5% porque tiene “gastos imprevistos” y 2.5% porque “me lo gasto todo” o “mi ingreso no es constante”.

 

Dado que todas estas respuestas de los trabajadores implican un problema de ingreso, se puede decir sin temor a equivocarse que 81% de los “trabajadores por su cuenta” encuestados -una abrumadora mayoría- no ahorran porque sencillamente no les alcanza el ingreso que perciben para vivir. Por lo tanto, mucho menos están en posibilidades de planear su futuro financiero.

 

Esto no niega ni invalida las conclusiones generales que arroja el estudio de Consar, particularmente cuando se refiere a que existe una baja cultura de previsión entre la población por falta de educación financiera y de información disponible.

 

Pero no es el problema mayor en amplios estratos de la población, como los que examinó Consar a través de su encuesta, y por lo tanto omite un problema central que al hacerlo distorsiona o limita los resultados para el diseño de estrategias de políticas públicas.

 

Uno de los mayores problemas que enfrenta el sistema de pensiones del país que administran las afores, es precisamente la mala calidad de pensiones que ofrece al término de la vida laboral de los trabajadores. Y esto no es sólo porque los trabajadores mexicanos laboran, en promedio, poco tiempo en la formalidad o sólo por el bajo porcentaje de contribución tripartita a las pensiones.

 

Ambos factores influyen en la determinación de pensiones pobres al final de la vida laboral, pero el problema central radica en los bajos salarios con los que cotizan los trabajadores en los sistemas de pensiones.

 

Si esta problemática que enfrenta el ahorro de la población por los bajos ingresos de los individuos se traslada al grupo de informales -como fue la pretensión de Consar- entonces es inevitable analizar la relación entre bajos ingresos y expectativas de ahorro.

 

Insisto, una omisión de Consar que -en el mejor de los casos- limita sus conclusiones.

 

SÍGALE LA PISTA…

 

Como bola de nieve han crecido los amparos de los contribuyentes para frenar algunas de las disposiciones del SAT. Miles de empresas ya lo hicieron por la contabilidad electrónica y a medida que se acerca el fin de año se preparan amparos en contra del tope que impuso Hacienda a las deducciones personales.