No sólo los dos mil 580 metros de altura en que se encuentra ha sido un impedimento para el despegue del aeropuerto de Toluca. La improvisación, la ausencia de planeación en materia de política aeronáutica para el Valle de México y los vaivenes de la política-política, han hecho de esta terminal aérea un “comodín” en la región.

 

Ahora, con el anuncio presidencial de la construcción de un mega aeropuerto para la Ciudad de México en el Lago de Texcoco, en cuatro mil 430 hectáreas de terreno, con tres pistas simultáneas de operación para mover a 50 millones de pasajeros a través de 550 mil operaciones anuales en una primera fase; el aeropuerto de Toluca parece estar condenado al rezago.

 

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Su declive era una historia anunciada. Peña Nieto encumbró al aeropuerto de Toluca hasta posicionarlo como la sexta terminal aérea de mayor tránsito de pasajeros en el país cuando era gobernador del Estado de México, alcanzando su pico en 2008.

 

En ese año se transportaron casi cuatro millones de pasajeros, nacionales y extranjeros, desde la terminal aérea del Estado de México; solo detrás de los aeropuertos de la Ciudad de México, Cancún, Guadalajara, Monterrey y, con muy poca diferencia, del de Tijuana.

 

En esos años del gobernador Peña Nieto se movieron todas las influencias políticas y presupuestales para que Toluca estuviera en el reflector de la infraestructura aérea del país. Interjet, de la familia Alemán, y Volaris, impulsada por Pedro Aspe, hicieron de Toluca su centro de operaciones. El gobierno federal redujo la tarifa de peaje de la autopista México-Toluca para abaratar el costo de transportación al aeropuerto mexiquense, se construyeron nuevas vías de acceso y se le dieron amplias facilidades al grupo español OHL que posee 49% de la concesión de la terminal aérea, así como varias de las principales vías del Estado de México.

 

Los años siguientes fueron de un declive consistente en el flujo de pasajeros transportados vía aérea desde y hacia Toluca. En 2012 -año de campaña presidencial y de la elección de Peña Nieto como Presidente electo- sólo se transportaron 987 mil pasajeros, cuatro veces menos que en 2008 y el aeropuerto de Toluca cayó hasta el lugar 12 en la lista de los de mayor flujo de pasajeros transportados en el país. Para su desgracia, con la virtual quiebra de Mexicana, que llevó a Volaris e Interjet a trasladar sus operaciones de Toluca al aeropuerto de la Ciudad de México, se sumó la salida de Peña Nieto como gobernador del Estado para asumir la Presidencia de la República.

 

El año pasado, si bien el aeropuerto de Toluca incrementó 17% el número de pasajeros transportados, sigue muy rezagado para sus pretensiones iniciales y sólo logró posicionarse en el lugar 11 entre las terminales aéreas del país.

 

Nada se ha dicho sobre algún plan aeroportuario para la llamada megalópolis que incluya, además del nuevo AICM, a los aeropuertos de Toluca y al hasta ahora abandonado aeropuerto de Cuernavaca que, por cierto, en este primer semestre apenas si transportó a tres millares de pasajeros.

 

Ahora todos los planes, recursos y atención política del gobierno federal y de los gobiernos locales implicados están concentrados en el desarrollo de la zona oriente del Valle de México a raíz de la construcción del nuevo AICM. Ésa es la bandera presidencial elegida para el sexenio por lo que el destino del aeropuerto de Toluca parece condenado a la incertidumbre.

BANAMEX ANUNCIA INVERSIONES

 

Hoy el CEO de Citigroup, Michael Corbat, se reunirá con el presidente Enrique Peña Nieto para darle a conocer que su filial en el país, Banamex, realizará importantes inversiones de aquí a 2018.

 

Las inversiones del grupo financiero que dirige Javier Arrigunaga, superan los mil 500 millones de dólares en tecnologías -incluyendo la puesta en marcha de su nuevo centro de datos en Querétaro- y en la ampliación de su infraestructura que, entre otros, comprende un par de centros operativos en Toluca y en la Ciudad de México, así como un centro de tecnologías de la información en Guadalajara.

 

Además, Banamex proyecta elevar su participación en el mercado crediticio y en los mercados de deuda y de capital para los proyectos de infraestructura y energía por venir con el impulso de las reformas, así como una mayor participación en el mercado de créditos a las Pymes.