Ayer el Banco de México anunció lo que ya se esperaba: Que por cuarta vez en el año proyecta una nueva baja en el crecimiento esperado de la economía para este año.

 

Ahora pronostica que la economía crecerá entre 2% y 2.5%, después de que en febrero esperaba un crecimiento de 3% a 4%, luego lo redujo a un rango de 2.3% a 3.3% y, más recientemente, de 2% a 2.8%. Es decir, de una media inicial de crecimiento económico de 3.5% para el año, ahora el banco central apuesta por un crecimiento de sólo 2.25%. Un pronóstico ligeramente por debajo del que espera la mayoría de los economistas del sector privado -en alrededor de 2.3%- y mucho más pesimista que el pronóstico del gobierno federal que se mantiene en 2.7%.

 

Si bien, al igual que ocurrió en 2013, en este año las expectativas económicas han vuelto a desinflarse a medida que ha transcurrido 2014, lo relevante del diagnóstico general que presenta el banco central en su más reciente Informe Trimestral, es que ahora hay un reconocimiento explícito a que son los factores internos los causantes del letargo económico, a tal grado que es gracias al dinamismo de la industria estadunidense que la economía mexicana crecerá ligeramente por encima de 2% en el año. De lo contrario, la economía nacional estaría prácticamente estancada.

 

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Son varios los factores que explican este raquítico crecimiento económico, pero uno en particular -en el que hemos insistido aquí hasta el cansancio- lo ilustra dramáticamente una gráfica que se publica en la página 29 de este informe, sobre la evolución de la masa salarial real total.

 

La gráfica nos dice que a pesar de que la población ocupada que percibe una remuneración ha crecido de manera importante en los últimos ochos años -incluyendo una ligera reducción reciente en las tasas de informalidad- los ingresos promedio reales de esta población ocupada se han desplomado desde la crisis de 2008 a la fecha en alrededor de 17%.

 

Se infiere que la menor migración de mexicanos hacia el mercado laboral estadunidense en los últimos años, hizo crecer la oferta laboral en México abaratando los salarios.

 

El resultado -según la misma gráfica que presenta el Informe del Banco de México- ha sido una caída importante en la masa salarial real particularmente a partir de 2013 y hasta la fecha. Caída a la que también habría contribuido la decisión del gobierno de incrementar los impuestos a partir de 2013 afectando aún más el poder adquisitivo de las familias.

 

Y es que no se puede tapar el sol con un dedo. En estos dos años el gobierno federal y la Secretaría de Hacienda han pecado, una y otra vez, de arrogancia en el manejo de la economía al no escuchar, primero, y luego al no reconocer que se equivocaron en sus decisiones. Pero también al apostar todo a los resultados inmediatos y mediatos de unas reformas legales que ya muchos cuestionan bajo la actual coyuntura interna y externa.

 

Mañana INEGI dará a conocer los resultados de la economía al tercer trimestre y todo apunta a que éstos serán menos favorables que los del trimestre anterior. De ser así, 2014 volverá a ser un año con un magro crecimiento pero, peor aún, habrá continuado el deterioro de los ingresos reales de la población y de su poder adquisitivo. Tendencia que apunta a que continuará en 2015.

 

No sólo son los casos de corrupción e impunidad los que están exasperando el clima social en el país, más allá de los “desestabilizadores” que ha señalado el Presidente sin identificarlos. También suma un ambiente económico enrarecido que propicia y multiplica la desconfianza, la inconformidad y la violencia.

 

Siempre es tiempo de corregir en materia económica. Pero la pregunta es si hay oídos dispuestos a escuchar en Palacio Nacional.