Ahora Agustín Carstens está en mejor posición para competir por la dirección del Fondo Monetario Internacional (FMI) que en aquel junio de 2011 cuando Christine Lagarde, la entonces ministra de Economía, Finanzas e Industria de Francia, fue elegida por una ligera ventaja.

 

Hay varias señales que apuntan hacia esa posibilidad. Las más importante es la elección en febrero pasado de Carstens al frente del poderoso Comité Monetario y Financiero Internacional del FMI que rige las políticas del Fondo y que funge como órgano consultivo de la Junta de Gobernadores en un momento en que se debaten las reformas internas de mayor trascendencia del organismo desde su creación en la posguerra.

 

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No hay que olvidar que Carstens ya preside la Reunión de la Economía Mundial de los gobernadores de bancos centrales del Banco Internacional de Pagos (BIS), que ha adquirido una relevancia central en las soluciones a la crisis financiera que atraviesa el mundo.

 

Así que su posición de liderazgo global en los bancos centrales y ministerios de Finanzas es inmejorable, como se dejó ver hace unos días en Washington. Probablemente ningún otro personaje proveniente de los países emergentes tiene hoy la reputación de Carstens para acceder a la dirección del FMI, impulsado por una cada vez más fuerte corriente internacional a favor de que por vez primera el organismo multilateral sea dirigido por un funcionario proveniente de una economía emergente quien encabece la aplicación de las reformas que se aprobarán en este mismo año.

 

En lo interno, y dado que la postulación del candidato al FMI deben hacerla los gobiernos, la buena relación entre Carstens y el presidente Peña Nieto y el secretario Videgaray favorece su candidatura al FMI; pero también permite el relevo en el Banco de México, que se combinaría con una serie de cambios que se darían en el gabinete económico el próximo año de cara ya a la segunda mitad del gobierno y a las elecciones presidenciales de 2018.

 

Un factor clave en esta posibilidad del ascenso de Carstens será la transición en la dirección de la política monetaria del FED estadunidense, el manejo de esta coyuntura por la Junta de Gobierno del Banco de México y los potenciales efectos sobre los capitales en los mercados financieros en México. Un ‘aterrizaje’ suave, sin grandes perturbaciones en los mercados locales, será una catapulta para Agustín Carstens al FMI.

 

El FMI designará al director gerente en junio de 2016 y el gobernador del Banco de México concluye su periodo en diciembre de este año, en un momento preciso para iniciar su campaña internacional por la dirección del organismo financiero más influyente del mundo.

 

PEMEX, ¿CIFRAS CREÍBLES? Algunos analistas del sector energético que se han metido a fondo para conocer la situación de Pemex en esta nueva etapa de apertura y competencia, se han ido de espaldas al revisar las cifras de la petrolera. Y no estoy hablando de resultados de la empresa del Estado, sino simplemente de la credibilidad en las cifras que produce Pemex generando una natural desconfianza.

 

Y es que, según se ve, las cifras históricas que presenta Pemex cambian al antojo de la coyuntura o de a quién se las presentan. Por ejemplo, en una presentación con fecha de enero de este año disponible en el portal de la petrolera, la gráfica de inversión de largo plazo (presentada en inglés) muestra que en 2011 la inversión fue de 19,100 millones de dólares.

 

La misma gráfica, pero en español, con fecha de abril 2015 dice que la inversión fue de 21,500 millones de dólares. Es decir, ¡2,400 millones de dólares de diferencia! Los datos para 2012, 2013 y 2014 también son distintos entre las presentaciones de enero y abril para ambas gráficas sobre las inversiones históricas de la petrolera. ¿Cómo pueden cambiar de esa manera los datos históricos de inversión en Pemex? ¿Acaso con esta ‘seriedad’ en el manejo de las cifras es que se pretende competir en los mercados globales?