Andrés Manuel ni siquiera lo mencionó. Lo ignoró como tantas otras veces. Pero ahí abajo, entre los miles y miles que marcharon ayer al paso de López Obrador, no pararon de vapulear y pisotear a Aurelio Nuño.

 

Los gritos se extendían a lo largo y ancho de Reforma. Rítmicamente, y puño en alto, entonaban: “¡Este-puño/este-puño/va-a-tumbar-a-Aurelio-Nuño!”.

 

Cientos de banderines se agitaban: “¡Fuera Nuño!”. Un grupo de oaxaqueños paseaba un cochinito rosa en papel maché con la fotografía de Nuño con la leyenda “Cerdo panista”.

 

En una cartulina se leía: “La Secretaría de Educación Pública necesita un estadista, no un porro”; en otra ironizaban: “Maestro, te necesito. De grande no quiero ser como Aurelio Nuño”; algunas más apuntaban: “Nuño, entiende, con el diálogo se aprende”.

 

El titular de la SEP era, sin duda, el nuevo villano favorito. Y junto con Nuño, “la llamada reforma educativa”.

 

Desfilaban las mantas: “La reforma no se escribe con sangre”, “La sangre no puede ser tinta para escribir una reforma educativa”, “No a la llamada reforma educativa”.

 

Una educadora de la UPN proclamaba: “Soy el cimiento de la niñez alzando la voz. Educo a que se tenga conciencia. ¡No me reprimas!”. Maestros oaxaqueños preguntaban: “Ya murieron niños, estudiantes, maestros, ¿qué sigue?”. “Alto a la represión en Oaxaca” pedían primarias anexas a la BENM. “¡Libertad a Rubén Núñez!” lanzaban desde un megáfono.

 

Quienes marchaban –miles y miles que ocuparon arroyos y laterales de la avenida desde la Diana hasta la Glorieta de Colón– no eran sólo maestros ni provenían únicamente de Oaxaca e Hidalgo; había también estudiantes, campesinos y profesionistas de otras áreas.

 

De llamar la atención, por ejemplo, la cantidad de médicos que aparecieron por ahí. Ellos mismos coreaban y se presentaban con sus cartulinas: “Los médicos apoyamos a los maestros”, “Hoy por los maestros, mañana por nosotros. ¡Justicia!”.

 

¡Deténganse, halcones del gobierno!– La primera gran marcha convocada por el tabasqueño desde Morena no tenía nada de silenciosa. Consignas, gritos, rechiflas nutrían la multitudinaria manifestación.

 

“Somos muchos”, apuntaba AMLO. Cierto, hubo ánimo para salir a marchar. Sólo que el ánimo era de enojo. La leyenda en la manta del Grupo Ixhuatepec 18 de Noviembre era vivo ejemplo del sentimiento con que muchos pisaban las calles de la capital: “Reforma + imposición= dictadura. Diálogo o habrá putazos”.

 

El telón de fondo era lo ocurrido en Nochixtlán, Oaxaca. En ese punto, López Obrador fue directo sobre el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong. Pidió su “destitución inmediata” por haber ordenado lanzar a la Policía Federal en contra de maestros, padres de familia y de la población en general.

 

“¡Dictadura!, ése es el rostro que se asomó al movimiento magisterial. Eso se vio en Nochixtlán” –asentó el ex candidato presidencial–. “Por eso estamos aquí, para decir: ‘¡Detente, Gobierno autoritario! ¡Deténganse, halcones del régimen!’. No vamos a permitir la dictadura y el autoritarismo en México”.

 

Gemas: Por vez primera, un embajador(a) de Estados Unidos en México participa en una marcha en nuestro país: Roberta Jacobson se unió el sábado a la movilización lésbico-gay, en apoyo a la lucha de esa comunidad.