En este país las gasolinas son una responsabilidad estatal. Su producción, importación y distribución son facultades de Petróleos Mexicanos y sus precios son atribución del gobierno federal.

 

La apertura del mercado tardará todavía dos años y medio. Y la verdad, ante lo que hemos visto estos días en el país, qué bueno que hay tiempo para poner orden en ese sector.

 

La falta de gasolinas en diversas estaciones de servicio de nueve entidades del país es un asunto delicado, pero tampoco se trata de un asunto para generar pánico.

 

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Sí vale la pena poner atención en las causas que desataron esta carencia para evitar que cuando el mercado esté abierto a la oferta y la demanda se desate la especulación en los precios.

 

La combinación de los trabajos de mantenimiento en la refinería de Cadereyta, los problemas de facturación digital de Pemex, las dificultades logísticas de distribución, más el creciente robo de combustibles acabaron por entorpecer la distribución de las gasolinas para su venta al menudeo.

 

Es importante dimensionar el tamaño de la contingencia porque no falta quien quiera llamar al pánico por la falta de gasolinas y no es así. Fueron 680 estaciones de servicio con una oferta menor a la demanda de las 10 mil 800 que hay en el país.

 

Si quedara en el ambiente la idea de que la gasolina es escasa no serían pocos los que se volcarían a llenar sus tanques e incluso a reservar en otros contenedores con el riesgo adicional que eso lleva.

 

Llama la atención que Francisco Fuentes Saldaña, subdirector de Almacenamiento y Reparto de Pemex, diga que el país tiene reservas de gasolinas de siete días a diferencia de lo informado a la Auditoría Superior de la Federación.

 

En reportes recientes Pemex Refinación reportaba una reserva de gasolinas de apenas 2.8 días para la Magna, 3.1 días para la Premium y 2.8 días para el Diésel, cuando un estándar deseable deberían ser 15 días de autonomía.

 

Esa estrechez se convierte en un peligro cuando se presentan accidentes o fenómenos naturales que comprometen la producción o importación de estos energéticos. Nuestros tres días de gasolinas no aguantan un huracán en el Golfo de México.

 

De hecho estoy al tanto de que en alguna ocasión un huracán redujo la disposición de gasolinas en México a unas cuantas horas.

 

Ojalá que en meses recientes Pemex haya triplicado su capacidad de almacenaje y procesamiento de gasolinas hasta los siete días de reservas que hoy presume, pero las cifras de inversión de la empresa pública no respaldan esta posibilidad.

 

Hoy que no hay apertura del mercado de gasolinas hay reportes de un creciente mercado negro y condicionamiento de venta de gasolinas en las propias estaciones de servicio de esas entidades donde ha escaseado el combustible.

 

Si hoy hubiera un mercado abierto con esos problemas de oferta adecuada, tendríamos precios especulativos en las gasolineras que estarían en su libre derecho de vender al precio que quieran, como hoy por ejemplo se venden las tortillas.

 

De hecho, si no se adelantó la apertura fue precisamente por esa carencia de infraestructura para el transporte y almacenaje de los combustibles, porque abrir una bonita gasolinería no es tanto problema.

 

Queda pues la escasez de gasolinas en algunas estaciones de servicio del país como una señal de alerta de una industria que hoy es vulnerable.