La tensión Washington-Bundestag se ha convertido en un capítulo más del caso Snowden. Estados Unidos contrató a un agente de seguridad alemán para que lo mantuviera al tanto del proceso de investigación que el Bundestag (Parlamento) abrió sobre el caso de espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) a la canciller Angela Merkel.

La sumatoria de problemas en el entorno del presidente Barack Obama podría trastocar la seguridad internacional.

Tres ejes se mueven debajo de los pies de Obama: doméstico, exterior y desconfianza global. El primero y tercero tienen naturaleza endógena mientras que el segundo es un híbrido, entre exógeno y endógeno. En este análisis me encargaré del tercer vector.

Al parecer, los asesores de imagen del presidente Obama no han medido con honestidad el impacto global del espionaje no discrecional; 89% de la información que almacena la NSA la recoge de ciudadanos que, a priori, no son susceptibles a ser espiados. El 11% de las energías de la NSA es dirigido a figuras políticas, como por ejemplo, Angela Merkel.

Las políticas que ha articulado el círculo del presidente Obama en materia de reingeniería de la NSA fueron nimias, ya que se dirigieron a modificar el ornamento de la institución pero no el fondo. Una de las políticas involucra a la custodia de los datos que absorben los smarthphones. Ahora serán las compañías telefónicas, y no la NSA, las encargadas de mantenerlos en una especie de vitrina de seguridad hasta que órdenes judiciales decidan sacarlos de ellas para ser usados como material de prueba.

El anuncio de la reingeniería de la NSA lo dio a conocer Obama en marzo pasado, cuando las entregas estratégicas de Edward Snowden de la ingeniería de procesos de espionaje de la agencia son atemporales por sorpresivas.

En función del consumo de información, la batalla de las percepciones la está ganando Edward Snowden.

Hillary Clinton tuvo que protagonizar una campaña de manejo de crisis que amortiguara el impacto de las filtraciones de WikiLeaks (Julian Assange). La verdad, la densidad de esa información filtrada poco tiene que ver con la de Snowden. La clave nos la aporta la naturaleza de la información: WikiLeaks era confidencial por el carácter de despacho diplomático (interpretación personal), pero la de Snowden no es confidencial, simplemente es información sin la interpretación diplomática, es decir, es robo en tiempo real de conversaciones y/o datos.

En mayo pasado, la canciller alemana viajó a Washington para charlar con Obama sobre muchos temas. A su regreso, algunos medios alemanes se preguntaban por los requisitos que pide el presidente de Estados Unidos a Merkel para incluirla en el mapa de no espionaje (Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Gran Bretaña). Lo único que le prometieron a Merkel es que no volverían a intervenir su teléfono celular.

Nuevamente, mayo quedó sepultado por la investigación que un comité del Bundestag realiza sobre el alcance del espionaje de la NSA en los círculos de Merkel. Sobre las confesiones que hiciera William Binney, ex funcionario de la NSA, se deriva la idea de que la agencia se convierte en el brazo dictatorial de la democracia estadunidense. Por su parte, otro ex funcionario, Thomas Drake, dijo que su desacuerdo en la aplicación de programas como Trailblazer y ThinThread lo confrontó con funcionarios. A Estados Unidos le preocuparon las declaraciones de Binney y Drake, de ahí que haya incurrido en contraespionaje al sembrar en el caso a un agente alemán.

¿Cuáles serán las conclusiones que el comité de seguridad del Bundestag hará sobre el caso del espionaje a Angela Merkel?

Pero el problema diplomático es sólo uno más de los componentes del tercer vector que se mueve bajo los pies de Obama. El espionaje lúdico, es decir, el que opera el cartel de Silicon Valley (Google, Apple, Facebook y Twitter, entre otros) bajo instrucciones de la NSA, es el que, a largo plazo, podría perjudicar a la confianza sobre el presidente Obama. El espionaje lúdico es una arteria más cuyo origen es el Acta Patriota que orgullosamente firmó el entonces mandatario George W. Bush en tiempos del 11 de septiembre. Del famoso espectacular instalado en algunas carreteras estadunidenses que decía: “Atención, voltea a ver al conductor que tienes a lado, si lo encuentras sospechoso repórtalo al siguiente número”, hemos pasado al: “Atención, al usar tu correo Gmail puedes estar compartiendo información con la NSA”.

En efecto, el Obamacare recibe sesiones de lifting judicial cada mes; el último ocurrió la semana pasada, cuando un juez vinculó la ideología de los empresarios con la entrega de preservativos haciendo volar por los aires la naturaleza del propio Obamacare, es decir, su política de salud. También la posible independencia del Kurdistán iraquí le generará problemas al presidente Obama, pero lo seguro es que sobre el vector de confianza se regodea el Matrix de la NSA.