EDIMBURGO. “¿Debería Escocia ser un país independiente?”. Con máxima igualdad en los últimos sondeos a solo cuatro días del referéndum de independencia, una de las grandes incógnitas llamadas a decidir la consulta es el voto de las mujeres.

 

Desde el inicio de la campaña, los hombres han sido siempre más partidarios de la independencia y, aunque el apoyo a la secesión ha aumentado entre las mujeres en las últimas fechas, la conocida como brecha de género sigue vigente.

 

Las mujeres, junto a pensionistas y estudiantes, son el grupo social al que los independentistas escoceses están encontrando más difícil de convencer durante toda la campaña.

 

A comienzos de agosto un sondeo de Panelbase llegó a situar la intención del voto de las mujeres solo un punto por debajo de la de los hombres, pero los últimos sondeos han vuelto a señalar una diferencia clara.

 

En la última encuesta que reflejaba el voto femenino, publicada por el diario The Guardian el pasado viernes, 45% de las mujeres apoyaban la independencia frente a 52% de los hombres.

 

“No hay ninguna prueba de que la brecha de género se esté reduciendo”, aseguró el profesor John Curtice, experto en sondeos que atribuye el resultado de esa encuesta de Panelbase a “una fluctuación aleatoria a la que las encuestas están sujetas, más que a una prueba de una erosión real en la brecha de género”.

 

Una de las posibles razones que se argumentan para explicar el menor entusiasmo femenino hacia la secesión es la visión más pragmática y menos romántica de las escocesas hacia la independencia.

 

Otra es simplemente que los independentistas no han sido capaces de convencer a las mujeres de que la independencia traería mejoras en lo económico y ello ha desatado miedo.

 

“Es probablemente una combinación de las dos cosas. Las mujeres tienden a pensar menos que la independencia puede ser beneficiosa económicamente”, afirma Curtice.

 

“Pero no es una cuestión de identidad. Las mujeres en Escocia no son más reacias a definirse como únicamente escocesas que los hombres. Tiene que ver con una percepción del coste que tendría una decisión como esta y con el hecho de que, en general, no ven que la independencia sea económicamente una buena idea”, añade.

 

Women for Independence es una plataforma compuesta por mujeres que están haciendo campaña a favor de la secesión.

 

Carolyn Leckie, activista de esta organización no coincide con la visión del profesor Curtice y considera que “la brecha de género sí se está reduciendo”.

 

Leckie aseguró que “las mujeres han necesitado más tiempo hasta que han entrado en el debate”.

 

La gran apuesta por dar un giro al apoyo de las escocesas a la secesión ha sido la promesa de mayores ayudas para el cuidado infantil tras la independencia, destinadas a aumentar la presencia femenina en el mundo laboral.

 

La propuesta quedó plasmada en el llamado Papel Blanco, un extenso documento que explica el proyecto independentista del Partido Nacionalista Escocés (SNP) de Alex Salmond, publicano en noviembre del año pasado y que incluye una inversión de 143 millones de euros para guarderías públicas.

 

“La decisión de la campaña por el sí de prometer más fondos para el cuidado infantil con el fin de atraer a las mujeres está totalmente equivocada”, opina el profesor Curtice, para quien “no se necesita una agenda específica para las mujeres”.

 

Por su parte, Curtice ve en el argumento económico la clave para acabar con las diferencias en la intención de voto entre hombres y mujeres.

 

“El problema se resolvería para los independentistas si fueran capaces de persuadir a la gente de que la independencia es algo bueno para el éxito económico. La brecha de género desaparecerá si consiguen eso”, apunta.