Viendo la composición de los gobiernos de los Estados europeos que surgen después de procesos electorales, no hay duda que globalmente poseen un fuerte componente conservador. ¿Suficiente para decir que Europa está virando hacia la derecha? Todo movimiento es relativo y en el sentido político tanto cabe que los votantes opten por opciones más conservadoras, como los partidos compitan por el centro y en esta competencia no es el votante que se desplaza en sus opciones sino que son los partidos políticos quienes lo hacen. Así pues no serían los gobiernos los que se derechizan sino que las alternativas políticas más radicales son desplazadas del centro.

 

Derecha, centro e izquierda, son conceptos sencillos, para presentar ideologías políticas, que implican complejos paquetes de políticas. Con la crisis la complejidad y la sofisticación de las políticas desaparece. Aparece sin embargo la simplicidad del conservadurismo, en el sentido de contención del gasto, preferencias a favor de la estabilidad de precios, políticas estabilizadoras y las dolorosas devaluaciones internas cuando los precios y salarios no son flexibles ala baja. Hayun cambio muy fuerte en las preferencias temporales de los ciudadanos y de los políticos, en sus decisiones de consumo y ahorro. Quien puede ahorra, y disminuye el consumo por precaución. Esto implica una caída mayor de la demanda interna y también de los ingresos impositivos basados en el consumo. El gobierno con menos ingresos y menos crecimiento y sin crédito, no puede hacer otra cosa que disminuir el gasto. Y así desde el fondo del pozo vamos cavando hacia abajo para salir de él. No hay políticas de derechas e  izquierdas, estamos en el sálvese quien pueda. Los matices progresistas de las mujeres y los niños primero, también los ancianos, los desempleados, los migrantes, y los desfavorecidos en general, fluyen por la misma coladera del gasto indiscriminado que en las épocas de crecimiento los gobiernos no quisieron considerar.

 

El riesgo es enorme dado el riesgo de fractura social. Mientras algunos advierten del riesgo de un nuevo fascismo, con indicios en los gobiernos tecnocráticos no elegidos directamente por los ciudadanos en las urnas, otros requieren políticas estabilizadoras y anti-inflacionarias, recordando la hiperinflación de la República de Weimar que condujo al desastre con la elección de Hitler. Mientras lo primero está inscrito en el ADN latino, lo segundo lo está en el ADN teutón.

 

La crisis está afectando a los gobiernos debido a las estrictas políticas de ajuste que deben emprender, una vez se han agotado las herramientas de estímulo económico y la única alternativa que queda es la puramente contable. Pagar o no pagarla deuda. Lamunición keynesiana se agotó. No hay margen para nuevas recetas económicas y el electorado que se ha dado cuenta, castiga con su voto a los partidos en el gobierno y se agarra a la alternativa como quien sin escalera se agarra dela brocha. Poresto no todos los gobiernos que caen son de izquierdas, ni todos los que ganan son de derechas, aunque la imagen y la tendencia sea de derechización.

 

Los votantes quieren soluciones y penalizan electoralmente a los gobiernos por su fracaso. A más fracaso más penalización. En otras palabras, quienes cosecharon éxitos económicos y electorales antes de la crisis, con la crisis si no tuvieron la capacidad y la rapidez de adaptación cayeron con más estrépito.

 

En Europa hay las “excepciones” no electorales de Grecia e Italia. En Grecia cae el ministro Papandréu socialista, para dar paso al tecnócrata Lucas Papademos. En Italia cae el conservador Berlusconi para dar paso al tecnócrata Mario Monti. No podemos decir en estos casos que los gobiernos se derechizan, aunque en todo caso tendrán que tomar medidas impopulares, para hacer frente a los excesos en ambos casos causados por gobiernos de derechas. Los tecnócratas han sido llamados para tomar medidas estabilizadoras en lo económico, no necesariamente conservadoras en lo político. El desenfreno del gasto en Grecia no es atribuible al gobierno socialista de Papandréu, sino del gobierno conservador anterior. El error de Papandreu fue de cálculo al proponer su programa de política expansiva que ni tan siquiera tuvo tiempo de implementar. De Berlusconi con mayor recorrido, también se conocen mejor sus excesos, no precisamente conservadores.

 

En Europa desde la crisis, ha caído el gobierno laborista británico y en la misma dirección gobiernos de derecha, han sucedido en Portugal y España. Ha sido en sentido contrario en Dinamarca y se han dado situaciones de pérdida conservadora en los länder alemanes. En Holanda e Irlanda, aunque los gobiernos anteriores han caído no está tan claro el giro conservador, como tampoco lo ha sido en España en el País Vasco y en Cataluña. En el resto de las autonomías españolas se produce una penalización a los gobiernos socialistas que gobiernan, aunque no se penaliza a los gobiernos conservadores. Y la gran incógnita en Europa, es la ultraderecha francesa que está por ver en las elecciones del próximo año.

 

El votante en el mejor y optimista de los casos sigue en el centro, con incertidumbres, sin saber que decisiones económicas tomar y parece preferir gobiernos de buenos gestores o que suponen que lo pueden ser, que gobiernos gastalones. Quienes piden que los gobiernos aumenten el gasto público, son los “indignados” que al mismo tiempo piden democracia directa. Deberían comprobar que cuando los ciudadanos votan directamente los presupuestos, el gasto público y el déficit disminuyen. Como en la canción del bodeguero, los mercados bailando van, toma chocolate paga lo que debes. De eso se trata por el momento.

 

*Director de la revista Foreign Affairs Latinoamérica