Indispensables, sí, pero no lo son todo. En el futbol no solo bastan “huevos” para salir delante de determinadas situaciones. Huevos, coraje, carácter, honor, agallas… como les quiera llamar; el futbol es más que todo eso. Es talento, capacidad, organización, liderazgo, inteligencia, compañerismo, orden, disciplina y muchas otras cosas. Y en ese mundo de conceptos hay dos que resultan básicos: autocrítica y vergüenza. Esos mismos a los que apela Cristian “chaco” Giménez”, un futbolista talentoso que no se guarda nada en la cancha ni fuera de ella cuando se trata de afrontar los fracasos. Sincero y analítico: el aficionado celeste está cansado de que le ofrezcan disculpas; esta empachado con declaraciones insensatas; harto de coleccionar derrotas honrosas y recientemente desgastado con un equipo que ya ni siquiera tiene la capacidad de pelear por algo.

 

Saliendo de los vestidores establece ante los medios dos cosas importantísimas, y no sé si lo hizo “sin querer queriendo”, pero al final del día le asiste la razón: “el presidente dice huevos; y sí, metemos huevos, pero es más que eso; es inteligencia”.

 

Si la reflexión del presidente de la institución se reduce a “echarle ganas”, tendremos una razón más para entender por qué el equipo esta dónde está.

 

La otra: “Nos tiene que doler, llegando a la casa esto nos tiene que doler, y si partimos de ahí, ganaremos más juegos de los que perdemos”.

 

Y sí, tal parece que los grados de dolor en el vestidor son distintos; las huellas en algunos son más profundas que en otros y, por consiguiente, el nivel de reflexión es disparejo.

 

Qué interpretación podemos darle a la declaración de “vamos bien”, de Tomás Boy. Una cosa es que la Liga permita que a cuatro fechas de que finalice el torneo, equipos mediocres como Cruz Azul estén a tan solo tres puntos de la calificación, y otra muy diferente es que un equipo que de trece juegos sólo haya ganado tres; que ha sido eliminado en rondas prematuras de sus competencias y que es incapaz de ganar juegos trascendentales, vaya “bien”.

 

No, el aficionado está tan hueco y vació como el Estadio Azul porque sabe que en la cancha no reciben lo que esperan, pero fuera de ella tampoco.

 

El crédito de Boy está en el límite, una nueva derrota en Liga podría terminar con su gestión, una gestión de mediana a mala si tomamos en cuenta que fue contratado para lo que se contratan a todos los entrenadores en la Noria: ganar, pero en su caso específico, fue contratado para impulsar anímicamente al equipo; para que al menos vendiera cara sus derrotas, para que tuviera esos “huevos” de los que tanto se habla en el mundo celeste, y hasta hoy, ni una ni otra.