El mundo está convulso y la gente, enojada y eso se nota claramente en los extremos que están tomando muchos países que se reflejan en una volatilidad financiera que parece ya permanente.

 

Hay por todos lados ejemplos de cómo la convulsión es la moneda de cambio actual. Uno de los ejemplos más claros, y más peligrosos en este momento, es la precandidatura de Donald Trump en Estados Unidos.

 

Lo que empezó como una mala broma de la política de aquel país hoy está a dos puntos en las encuestas de convertirse en una realidad: un egocéntrico nacionalista está a punto de regir los destinos del país más poderoso del mundo.

 

Y si por alguna razón este personaje no llega al poder, quien quiera que sea el próximo Presidente de Estados Unidos tendrá que tomar medidas que atiendan a esa creciente población de sentimientos nacionalistas más radicales, lo que puede tener una mala repercusión para la causa mexicana.

 

En el sur del continente hay dos naciones en convulsión: Venezuela, que paga las consecuencias de llevar al poder a gente tan extremista como inepta, y Brasil, que además de recesión, hay una confrontación política importante.

 

Pero en términos económicos financieros, el riesgo mayor para el planeta y de forma inmediata llega desde Europa.

 

Hace no más de dos años el mundo entero estaba muy al pendiente de la situación de Grecia y su posible salida de la zona de la moneda única.

 

Al final, el gobierno de Atenas se alineó con las exigencias de sus acreedores y aunque enfrentan una crisis que será generacional, por lo menos siguen en la Eurozona con todo lo bueno y lo malo que para ellos significa.

 

Estamos a un mes de que Gran Bretaña decida si permanece o no en el bloque único europeo. Su posible salida tendría repercusiones que todavía no se dimensionan, pero podrían ser de una profundidad tal que se desate una nueva recesión mundial.

 

El Brexit es la muestra más peligrosa, hasta ahora, de la radicalización social que vive el mundo. Europa está en un proceso de regreso a las opciones extremistas.

 

Parecería que los austríacos no aprendieron nada de la historia del siglo pasado y estuvieron a unos cuantos miles de votos de llevar al poder a un extremista, simpatizante del nacismo, que seguramente habría provocado estragos para todos. Ahora perdió, pero si el Brexit gana tendrá más fuerza.

 

Pero con los británicos fuera de la unidad económica (no de la moneda porque nunca la adoptaron) se generarían consecuencias económicas tales como el debilitamiento del euro, la caída de la economía y el aumento del desempleo y, con ello, el crecimiento de los extremistas.

 

Trump era una broma de mal gusto apenas hace unos cuantos meses y hoy está empatado en las encuestas presidenciales.

 

La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea hoy parecería tener menos adeptos que los que entienden la conveniencia de quedarse, pero la amenaza existe.

 

Y todo el conjunto genera incertidumbre que le pega a los mercados, en especial a los emergentes. Y es ahí donde sentimos en nuestros propios indicadores todo esto que está sucediendo en el mundo.