Se dice que Tepito es el Megaupload de los pobres, pero también el lugar donde salieron por décadas los mejores boxeadores, ladrones y artistas callejeros de la ciudad de México. En esta ocasión les comparto una entrevista hasta ahora publicada con el pintor Daniel Manrique (DF, 1939), quien murió en agosto de 2010.

 

“Yo soy Tepito Arte Acá”, dice mientras imita el habla de los vecinos de El Ratón Macías, del luchador Místico, de Resortes, y sus ojos se iluminan burlones detrás de unos enormes lentes de armazón metálico. Invariablemente vestido todo de negro, con una mochila de cuero, también oscura. Tepito Arte Acá se llamó el movimiento que nació a mitad de los años 70 para dignificar al barrio. El neomuralismo urbano fue visto como resistencia, autocrítica y salvaje lucha. Ya mucho antes de que el grafitti-art y el esténcil llegaran al mainstream de las galerías y museos, intervino bardas corroídas de vecindades y subterráneos.

 

Pasaron décadas de pocos recursos, de vivir con poco dinero, lejos del sistema de becas de las autoridades culturales y muy lejos de los reflectores, pero “ahora me invitan a pintar en Canadá, Estados Unidos y Francia”. Fue en Canadá en 2004, casi 30 años después de la fundación de Tepito Arte Acá cuando recibió la primera paga por su trabajo; “son 150 mil pesos que no compensan todo el trabajo y dinero invertidos en cuatro décadas, pero algo es algo”, dice mientras se acomoda sus enormes gafas con el dedo pulgar.

 

Siempre va vestido de negro y con un morral de cuero. “Ni te hagas ilusiones de que hay muchos murales míos por aí; cada vez tengo menos y como nadie los cuida ya han desaparecido si no es por culpa del tiempo es de los ambulantes que no dejan ver lo que hay en los muros de este barrio”, expresa cuando le pido que me acompañe a fotografiar los murales regados por Tepito. Eso que se puede llamar mi obra surgió de “chiripa; el mérito consistió en no soltar esa casualidad”. La chiripa es una casualidad, algo que a un sujeto le llega sin haberlo pedido ni buscado. También es una revelación; una ráfaga que de pronto ilumina entre la oscuridad. En los 70 arrancó un proyecto junto con Julián Casco que se llamó Conozca México, visite Tepito, el cual continúa hasta la fecha de forma solitaria; “lo demás ha sido oficio”.

 

Sus pinturas son una mezcla de retrato social, crónica, crítica política e historia de una comunidad que parece vivir en el guión de una película neorrealista donde sus protagonistas son escritores, hojalateros sociales, boxeadores, putas, bailarines, fayuqueros, boleros, homeless, alcohólicos, policías, canallas, futbolistas, luchadores, cínicos… ejemplos de la transculturización de la mcluhaniana isla global, la desfragmentación cotidiana y la piratería china. Ahora, el legado de Manrique comienza a perderse entre los puestos ambulantes de fayuca, perfumes, ropa, tenis y juguetes sexuales que se ofertan en angostas calles repletas de gente.

 

@urbanitas

 

 

 

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