En la política, dicen los políticos, no hay coincidencias. O dicho de otra forma, la irrupción en los medios internacionales del ex presidente Felipe Calderón y de su primer director del CISEN, Guillermo Valdés, para remachar que el narcotráfico penetró las instituciones y sus cuerpos de seguridad, fueron de la mano de las imputaciones de la senadora Luisa María Calderón –hermana del ex mandatario- contra empresarios vinculados a los gobiernos de Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy, que eran miembros de Los Caballeros Templarios. Por un lado, sirvió como recordatorio disfrazado de que el narcotráfico, por cuya lucha tanto se criticó a la anterior administración, sigue creciendo. Y por el otro, es parte integral de la obsesión de Calderón muchos meses antes de concluir su Presidencia, de contar su verdad de lo que fue la guerra contra la delincuencia organizada.

 

Es la búsqueda de una narrativa por parte de los vencedores, establecida esta categoría a partir de la definición de los términos de la victoria que planteó el ex Presidente: eliminar a 37 jefes de cárteles. Su gobierno alcanzó un 70% del objetivo, que no incluía pacificar el país ni fortalecer las instituciones, o erradicar la corrupción.

 

Lee la columna completa, Estrictamente Personal, en nuestra edición de mañana.

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