En el futbol se dice que la magia manda, pero no es así. Fidel Martínez lo comprobó después de intentar sacarse, con una rabona, a Néstor Vidrio en una jugada del lado izquierdo del área de Dorados, en el estadio de Ciudad Universitaria. Vidrio, todo mezquindad, no sólo no lo dejó pasar (lo que era su trabajo), sino que después le dio una bien disfrazada patada en el suelo con cara de “eso no me lo haces a mí”.

 

Pero en la jugada que siguió, se marcó un penalti. Y entonces uno diría: “es la justicia del futbol”. Sí, porque jugadas como la de Martínez no se ven muy seguido y son la razón de ser de este deporte.

 

Pero la justicia en el futbol también es un cuento. Resulta que el penalti le tocó cobrarlo al delantero de Pumas Eduardo Herrera, y lo falló. Era el minuto 73. Los Universitarios ya parecían tener sentenciado el encuentro que terminaron ganando 2-0, en lo que fue su tercera victoria en fila.

 

Los Pumas fueron muy superiores a su rival sinaloense. Jugaron lejos de su área, iniciaron la presión muy adentro en la cancha rival, y capitalizaron los errores del oponente. Cuesta trabajo reconocer a Javier Cortés, quien está jugando con enorme seguridad y talento. Fue el motor de los universitarios y también el productor de la imaginación. Junto a un tipo como Matías Britos, que lo que no tiene en talento lo compensa con lucha y desgaste, y el gozoso Martínez, Pumas va a dar mucha pelea en este torneo.

 

Martínez, quien dio el pase para el primer gol local, en el minuto 41, concretado por Ismael Sosa, dio un pase para otro tanto que se anuló por fuera de lugar de Eduardo Herrera, y después hizo su propio gol, el que sentenció el juego, en el minuto 48 a pase de Britos. Festejó bailando, luego sentándose a conversar y luego presumiendo. No importa, apenas dos o tres chispazos de magia regaló a la tribuna y por lo menos por ahora, se merece que le soporten todo.