El suizo Stan Wawrinka no logró espantar las dudas que pesan sobre su juego en la búsqueda por renovar tu título de Roland Garros, mientras que el británico Andy Murray parece haber encontrado su instinto.

 

Wawrinka dejó otro set contra el serbio Viktor Troicki, 7-6(5), 6-7 (7), 6-3, 6-2, pero aclaró que su objetivo no es buscar la plasticidad de los golpes, sino ganar los partidos.

 

Tras haberse visto obligado a remontar dos mangas en su debut en París frente al checo Lukas Rosol, de nuevo dejó entrever que no encuentra el demoledor golpe que le llevó el año pasado a levantar la Copa de los Mosqueteros.

 

Mientras lo busca, sigue avanzando rondas y con la de hoy suma siete triunfos consecutivos, ya que antes de venir a París se anotó el torneo de Ginebra.

 

A sus 31 años, el helvético disputará sus terceros cuartos de final sobre la tierra batida parisiense y tiene una buena oportunidad para lograr sus segundas semifinales, puesto que su rival será el español Albert Ramos, una de las sorpresas del torneo, 55 del mundo y al que ha derrotado las seis veces que lo ha tenido enfrente, la última precisamente la semana pasada (6-1, 6-1).

 

Pero el tenista español ha encontrado en París un elevado nivel de juego que le ha permitido eliminar a dos cabezas de serie, el estadounidense Jack Sock y, sobre todo, el canadiense Milos Raonic, octavo favorito, al que hoy derrotó por 6-2, 6-4 y 6-4.

 

Quien sí parece haberse reencontrado con su mejor versión es un Murray que, tras remontar dos sets en sus dos primeros partidos, sumó frente al estadounidense John Isner su segundo triunfo consecutivo en tres mangas, 7-6(9), 6-4 y 6-3, para disputar sus sextos cuartos de final en París.

 

Se divirtió como un niño

 

El suizo Stan Wawrinka ganaba 4-1 el tercer set ante el serbio Viktor Troicki, cuando su rival necesitó atención médica y aprovechó para pelotear con un recogepelotas, mientras el público vitoreaba la simpática escena. Los espectadores de la Philippe Chatrier celebraron cada golpeo con ‘olés’ hasta que el niño estrelló la bola contra la red. “Estaba un poco aburrido, hablando con el niño de las bolas. Le pregunté si jugaba al tenis y le dije ‘Ok, pues vamos a jugar'”, explicó más tarde Wawrinka.