Victoria Nyanjura es una bella y alta mujer que cuando se ríe, se tapa la boca con la mano, como pidiendo permiso. Durante mucho tiempo no hizo ese gesto porque no sonreía, al contrario deseó la muerte y hoy reconoce y de nuevo parece pedir permiso en sus palabras, que la disculpen por haber tenido ese deseo. “Cuando el pasado me viene a la cabeza, tengo que parar hasta concentrarme y alejar ese pensamiento”. Su mente lo consigue, del mismo modo que ha conseguido a sus 32 años, ser una flamante socióloga y ayudar a otros que han pasado su misma situación.
Tenía 14 años cuando una tarde a la salida del colegio, fue secuestrada por el Ejercito de Resistencia del Señor, una organización extremista que opera en Uganda, en el secuestro para niños que son utilizados como soldados y esclavos sexuales. Según un estudio de la ONU, más de 250.000 jóvenes de entre 7 y 17 años son secuestrados y enrolados en grupos armados para convertirse en soldados y esclavos. El 40% de ellos son niñas, víctimas de abusos sexuales que, una vez liberadas, son repudiadas por su familia.
Estuvo secuestrada durante 8 años, fue torturada y obligada a contraer matrimonio con un comandante de la milicia, tuvo dos hijos producto de violación. Los estudios le han ayudado tras este largo tiempo a reinsertarse en la sociedad.
La veterana corresponsal de inconfundible pelo rosa, Rosa María Calaf, sabe lo que significa reinventarse y superarse en cada destino laboral y en cada cambio vital. Más de 30 años informando desde Moscú, Viena, Buenos Aires, Nueva York o Roma, hasta la marcha forzada de Televisión Española, no sin antes despedirse como lo hace un gran profesional: Con un estupendo reportaje sobre el conflicto del sur en Filipinas. Anfitriona de excepción en la inspiradora charla que mantuvieron têtê à tête, la española y la ugandesa en el V Encuentro “Mujeres que transforman el mundo”, organizado por el Ayuntamiento de Segovia. Durante diez días se celebran debates y encuentros con la figura de la mujer, como tema principal.
En la vida y en el trabajo, insistir cansa y pareciese que al parcelar los temas femeninos como un tema de estudio y reunión, le quitásemos naturalidad al asunto. En la conferencia que impartí en el Instituto Cervantes de Bruselas, hará un año, con el tema “La libertad política de la mujer indígena mexicana”, conté el día que en una charla que impartía Eufrosina Cruz Mendoza -valiente política mexicana, gracias a la cual se ha modificado la Reforma de la Constitución para que las mujeres indígenas puedan votar y ser votadas- en la UNAM, se le acercó una mujer indígena quién entre lágrimas le dio las gracias. “Gracias porque no te avergüenzas de ser indígena, sino que presumes de ello”.
Hay muchos estudios que demuestran que la inseguridad de las mujeres es mucho más aguda que la de los hombres. Quizás por eso la presencia o el ejemplo de otras mujeres que alcanzaron grandes logros, es un espejo para sentirnos mejor en nuestra piel. Buscamos compartir, reconocernos en otras mujeres. El empoderamiento y la seguridad en uno mismo son armas infalibles para conquistar las metas. La educación es el principal pilar donde plantar esa semilla.
Las historias lejanas que pudieran parecer distantes, están más cerca de lo que creemos. La injusticia, el maltrato físico y psicológico se encuentra sentado en muchas butacas de estos foros. Al termino de estos debates, a lo mejor algunas se sienten un poco más valientes para enfrentar sus vidas y ya con eso, merecen la pena los encuentros de mujeres. “Aceptar mi situación, creer en Dios y pensar que si saldría de esta sería mejor persona”, impactante y hermosa la reflexión de Victoria Nyanjura de su largo cautiverio. A las puertas del Día Internacional de la Felicidad, que se celebra este 20 de marzo, el mismo día que hay un eclipse de sol, estas mujeres valientes y poderosas invitan a que no haya que pedir permiso ni sentir culpabilidad para reír mostrando todos los dientes.