Antes de que las vacas sagradas brillaran, las ovejas negras ya tocaban fuera del corral. 25 años de grunge y 10 discos de estudio, sin restarle un gramo a su sonido y sin perder el status subterráneo, Mudhoney despachó rock del macizo en su visita a México.

 

La luna de diciembre nos favoreció desde temprano, los elegidos para calentar la noche del viernes eran Yokozuna y Los Mustang 66. El concierto, organizado por Ernesto Fuzz On Martínez de Dark Zone y Tere Farfisa de los Mustang, fue un reencuentro de asiduos al Tutti-Chopo-Lagunilla. Con un libro bajo el brazo, The Sound and the Fury from Seattle de Keith Cameron, y el disco Vanishing Point bajo el otro, Mudhoney apareció en la pista sonora del Circo Volador.

 

Abrieron con Sonic Infusion, cuatro gringos que en apariencia pecan de normales, hasta que arman la estampida de dinosaurios eléctricos. A eso se debe la austeridad de su show, la música es lo esencial. Y si no golpea, entonces no es rock. Un saludo y siguieron con I Like It Small. Los hijos de Green River conservan casi intacta la agrupación original: Mark Arm, voz y guitarra; Steve Turner, guitarra; Dan Peters, batería; y Guy Maddison, quien ocupó el lugar del bajista Matt Lukin. El Mudhoney que forjó este sonido de psicodelia, punk y heavy metal, acelerado con el Super Fuzz Univox de Arm y el Big Muff Electro-Harmonix de Turner, los pedales de su encanto atronador, tal y como sonaron en la máxima You Got It (Keep It Out of My Face). 

 

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