Había demasiado que digerir en Fortaleza: el quinto partido mundialista que se daba por hecho y ya no iba a ser, la pausa para hidratación en la que el Tri se desplomó, el remate de Wesley Sneijder tras un error de marcación de Javier Aquino, la caída en el área de Arjen Robben, la eliminación más cruel que toda una generación de mexicanos pueda recordar, los boletos a Salvador de Bahía para cuartos de final que debían cambiarse por deprimentes pasajes de retorno a México.

 

 

Tanto que digerir que apenas un rato después reparábamos en otro daño severo: que Héctor Moreno, el mejor defensa central mexicano, el más cotizado en las grandes ligas europeas, el que sonaba para irse a algún gran equipo, se había fracturado tibia y peroné hacia el final de la primera parte de esos horribles octavos de final.

 

 
El verano del que tendría que brotar catapultado del Espanyol hacia algún puerto más prestigiado (por entonces se hablaba incluso del Mánchester United), culminaba de la peor forma para Moreno: difícil que un gigante lo contratara con una rehabilitación de seis meses por delante y con la incertidumbre de su estado físico tras ese período.

 
Un año después, daba un paso inverso a lo esperado: ni España, ni Inglaterra, ni Italia, el zaguero volvía a la Eredivisie ahora para incorporar al PSV Eindhoven.

 

 
Justo o injusto, es lo que tocaba; él, lejos de perderse en ese debate, se dedicó a lo mismo que ha hecho desde 2005, cuando fue campeón mundial sub-17: a convencer a propios y extraños con su trabajo. Maduro, oportuno, líder, intuitivo, eficiente para sacar el balón, consolidado por arriba en defensa y en ataque, saltaba a la vista que la liga holandesa le quedaba chica.

 

 
Ahora que ha sido firmado por la Roma, podemos dimensionar su valor con base en un dato, más allá de la gran relevancia del conjunto giallorosso: es el primer fichaje a cargo del director deportivo más reputado de Europa. En todo este verano no ha habido movimiento a escala directiva más importante que la llegada de Monchi, ex del Sevilla, al cuadro romano. Y Monchi, que le siguió por muchísimo tiempo, que tiene un don único para detectar lo que ha de funcionar, ha decidido iniciar sus contrataciones con él.

 

 
Un elegante gladiador para defender a unos kilómetros del Coliseo y en esa Roma que se ata a la mitología de su ciudad con ese escudo en el que Rómulo y Remo son amamantados por la loba.

 
Si algo se sabe de este mexicano que desde antes de cumplir los veinte años ya jugaba en el extranjero, es que problemas de adaptación no tendrá. Así fue todavía en su adolescencia con el AZ Alkmaar de Louis van Gaal, así resultó en su llegada al Espanyol donde dirigido por Javier Aguirre fue votado el mejor futbolista de la temporada, así aconteció en ese PSV donde lo mismo evitaba goles rivales que los anotaba.

 
Tres años después de la fractura, la carrera de Héctor Moreno retoma el camino trazado. ¿Tarde? Para nada. Cuando se empieza tan pronto y se trabaja tan bien, siempre hay tiempo. Lo mejor, sin duda, está por venir.
Aquello que se cayó en Fortaleza se ha reconstruido en la Ciudad Eterna.

 
Twitter/albertolati

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