MADRID.Varios diseñadores estadounidenses se han sumado al rechazo popular hacia la política migratoria de Donald Trump, y han reclamado que se permita la estancia en el país a estudiantes y trabajadores extranjeros altamente cualificados, que representan buena parte del sector nacional de la moda.

 

 

“Estamos muy preocupados por las reformas que se están haciendo”, dijo a Efe Todd Schulte, presidente de la asociación proinmigrante FWD.us, tras presentar en rueda de prensa un estudio sobre el impacto de estas políticas en la industria de la moda en colaboración con el Consejo de Diseñadores de Estados Unidos (CFDA).

 

 

La diseñadora belga Diane von Furstenberg, cabeza de la CFDA, recordó su llegada en los años 70 a Estados Unidos, embarazada y con una maleta llena de vestidos, y criticó que empresarios como ella “ya no tienen las mismas oportunidades” de vivir el sueño americano.

 

 

Según el estudio, que recoge el parecer de un centenar de profesionales radicados mayoritariamente en Nueva York, capital de la moda en Estados Unidos, la industria se enfrenta a dificultades en el acceso al talento y en su posterior retención.

 

La congresista Carolyn Maloney abogó por ampliar a los estudiantes de diseño y tecnología de moda la autorización de trabajo hasta los 24 meses de la que disfrutan las ramas científicas y de ingeniería tras realizar una Capacitación Práctica Opcional (OPT).

 

 

La inmigración está de moda en Estados Unidos
En Nueva York, la Escuela de Diseño Parsons y el Instituto de Tecnología de la Moda, que se encuentran entre las diez mejores escuelas de moda del mundo, cuentan con un 40 % de estudiantes internacionales y un 12 %, respectivamente.
Maloney dijo a Efe estar ya trabajando legislativamente en este sentido y apostó por la creación de un “visado de moda”, por el incremento del número de visados tipo H-1B que ofrece el país y la reforma de los visados O-1 en favor de los trabajadores del sector, que se conceden a trabajadores especializados o líderes en su campo.

 

 

Por su parte, la presidenta del Consejo Municipal de Nueva York, Melissa Mark-Viverito, destacó el carácter “multicultural” de Nueva York, que acoge 900 empresas punteras de moda, y llamó a crear una “vía hacia la ciudadanía” para los indocumentados frente a la narrativa actual que “denigra” a esta comunidad.

 

 

Un 20 % de los trabajadores de la manufactura de moda en el país son indocumentados, según el Pew Research Center, y las políticas que persiguen a estas personas “son una gran preocupación para la industria de la moda” porque pueden “dañar” su crecimiento y éxito, asegura el estudio.

 

 

Los diseñadores estadounidenses se vuelcan con los inmigrantes
El presidente de FWD.us, fundada por líderes tecnológicos como Mark Zuckerberg o Bill Gates, incidió en la necesidad de “diseñar un sistema de inmigración moderno que tenga sentido para las familias de hoy”.

 

 

Schulte señaló que el sistema de inmigración está “obsoleto” porque se actualizó por última vez en los años 90, cuando aún no existía la web, y requiere una reforma “fundamental” en lugar de parches.

 

 

“Deberíamos hacerlo más fácil”, dijo el directivo, que defendió la naturalización de los indocumentados “frente al refuerzo policial que sume a las familias en el temor a la deportación y que es un planteamiento equivocado”.

 

 

Von Furstenberg añadió, además, que este sistema inmigratorio resulta “confuso” para las empresas, que ven el proceso de contratación de extranjeros complejo y dicen necesitar “recursos adicionales” para desenvolverse en este ámbito.

 

 

Los trabajadores extranjeros les suponen a las compañías de moda un coste de entre 5.000 y 10.000 dólares cada uno, a pesar de que ninguno de los encuestados citó el coste como un factor principal a la hora de contratar, al contrario que el talento. “Esto debe cambiar para que sigamos siendo competitivos y creemos trabajos en el país”, reivindicó la diseñadora.