Los mexicanos miran de frente a la muerte y hasta bromean con ella, se la comen en forma de calaveras dulces, la cantan y bailan. La Festividad de Muertos cobra una especial relevancia en México, donde el país se prepara durante meses para festejar las almas de sus difuntos, que vienen a visitarles por unos días.

 

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Mixquic es un pueblo situado al sur de la Ciudad de México, que en los días 1 y 2 de noviembre, vive sus momentos más especiales. Miles de personas que llegan de todas partes del mundo, disfrutan aquí de esta tradición de origen prehispánico que ha trascendido al futuro. Esta población se hizo famosa en los años 40, en la época dorada del cine mexicano cuando actores como el Indio Fernández o María Félix, quienes eran hollywoodenses mexicanos, rodaban aquí películas con el telón de fondo de una de las festividades más importantes de México: Día de Muertos.

 

El Día de los Muertos se celebra el 31 de octubre y el 1 y 2 de noviembre, aunque en muchos lugares las festividades inician el 28 de octubre, para a las almas que murieron en accidentes, el 31 de octubre son las almas de los niños quienes vienen a visitar a la familia, el 1 de noviembre es el Día de Todos los Santos y el día de las almas adultas que se marchan el 2 de noviembre, que según las creencia es cuando el alma de los difuntos se van, después  recogen las ofrendas y se levantan los altares.

 

En México D.F, esa ciudad con más de veinte millones de habitantes, los planes son infinitos en variedad y en creatividad. David García Aguirre, creador de la empresa “Recorridos Culturales” (www.recorridosculturales.com) me invitó en mi visita en México, a recorrer de la manera más mexicana el tradicional Día de Muertos. La divulgación que hace este museólogo del Patrimonio Cultural de México es increíble. (La ruta que organizan para conocer las cantinas de la ciudad –que recomiendo vivamente- es perfecta para conocer el profundo significado de estos símbolos de México).

 

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“La fiesta que celebra el regalo de las almas”, de esta poética manera me describía David el significado de este sincretismo religioso maravilloso. La alegría baña la solemnidad y respeto de estos días, en el que los familiares se afanan en adornar las tumbas con los colores más vivos o las flores típicas de estos días, como la cempasúchil o la celosía o flor de terciopelo. En el Panteón de San Andrés los familiares comparten bebidas y comidas con los familiares que ya partieron.

 

La broma o la burla no es también sino una forma de enfrentar el miedo, que todos sentimos ante la muerte. La alegría de esta tradición mexicana contrarresta la experiencia dolorosa que supone el dejar de ver a un ser querido.