El que un mexicano ante los ojos de una buena parte de su país, en la ante sala de un evento mundial trascendente, con la oportunidad de pasar a la historia, se atreva a actuar de manera irresponsable, irreflexiva a e imprudente, pareciera la metáfora exacta de los liderazgos que hay en el país.

 

Los “nuevos” liderazgos a nivel gubernamental -que en rigor ya nos son nuevos- le han fracturado la tibia y el peroné -como lo hizo Luis Montes en víspera del Mundial- a la economía con una serie de decisiones imprudentes que responden más a intereses políticos que a objetivos de crecimiento. Se han dejado de lado el combate a la corrupción y a la impunidad y se hace política populachera a la usanza de los años setenta.

 

La actividad económica de México, lastimosamente, depende en una buena parte de las remesas que los inmigrantes -muchos de ellos ilegales- envían cada año al país, del multimillonario comercio informal, del dinamismo del narcotráfico y de la actividad asociada a la corrupción e impunidad.

 

Eso deja al país con categoría de “informal” mientras sus líderes gastan millones de dólares en propaganda patética y ofensiva en la cual, desde sus trincheras de poder, se fotografían con niños en estado de vulnerabilidad, indígenas, pobres, personas de la tercera edad y enfermos que, sin duda, conmueven a la población en general y despiertan sentimiento de solidaridad.

 

Sectores ignorados en la práctica por los políticos actuales y pasados y, además, pareciera que los liderazgos a nivel estatal y federal buscan acrecentar con políticas inhibidoras de la actividad económica formal del Estado de Derecho, la educación de calidad, la seguridad, la readaptación y prevención social, la pobreza, el civismo y la civilidad.

 

El prestigio internacional del país por decantación afecta la reputación del mexicano en el mundo. Así como injustamente se asocia el gentilicio colombiano a temas de narcotráfico así el mexicano se asocia hoy a mil y un adjetivos asociados a la corrupción, mala educación, al crimen, al fraude.

 

Por qué? Ni remotamente debido a que el grueso de los mexicanos seamos así, sino porque los liderazgos federales y cuerpos diplomáticos operan en beneficio personal y de grupo descuidando, mejor dicho ignorando, el manejo hábil del famoso marketing país alrededor del mundo.

 

¿Qué hace y cuánto nos cuesta el cuerpo diplomático de México? ¿Cuál es la estrategia de comunicación del Gobierno -más allá de comprar espacios de revistas internacionales para satisfacer la megalomanía de funcionarios públicos- para difundir con fuerza las cosas buenas del país, para acaparar espacios editoriales en el país y en el mundo?

 

Las Universidades me parece deben ser el pivote del cambio en México. Cambiar sus modelos de formación de empleados calificados dóciles y obedientes, a la formación de “mentes innovadoras”, individuos tomadores de decisiones, líderes con formación humanista.

 

Tener un sistema de educación renovado por una reforma sectorial que no responde a las necesidades de formación de talentos que necesita el país desde las edades más tempranas, y hasta el curso de posgrados en México y el extranjero está metaforizado en esa imagen de un mexicano haciendo una jugada imprudente e irresponsable en víspera de un Mundial.

 

Tener una política fiscal que no persigue al 60% de los mexicanos que deben pagar impuestos y que operan en el comercio informal y, a la vez, se toleran tanto la corrupción e impunidad para lubricar la actividad económica ilegal en varios frentes, también está representado en esa estampa irresponsable de quién se fractura tibia y peroné por poco inteligente o malaleche, quizá.

 

Asimismo, el mexicano promedio que se queja en el cafecito, protesta en twitter, mienta madres, pintarrajea propiedad privada con grafitis vandálicos, pero no hace nada por cambiar México desde su trinchera y se vuelca contra el político corrupto, ineficiente e inepto, es otro connacional representado en la nula inteligencia de quien ve el potencial de trascender a nivel Mundial y a unos días de esa gran oportunidad se fractura la tibia y el peroné.

 

VENTANA

 

La actividad económica de México, lastimosamente, depende en una buena parte de las remesas que los inmigrantes -muchos de ellos ilegales- envían cada año al país, del multimillonario comercio informal, del dinamismo del narcotráfico y de la actividad asociada a la corrupción e impunidad.