Es increíble cómo las cosas se pueden descomponer cuando los hombres del poder se quedan sin cartas ante los retos que les presentan las circunstancias políticas, sociales y económicas. Es el caso de la actual administración, que se ve corta de recursos políticos para enfrentar los adversos escenarios económicos y sociales de este anticipado fin de sexenio.

 

La única carta fuerte con la que, hoy por hoy, cuenta el Gobierno de Enrique Peña Nieto frente a un complicado contexto económico es su reeditado secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade. Funcionario que posee el reconocimiento de amplios sectores económicos dentro y fuera de México, pues goza de prestigio y simpatía entre los directivos de organismos económicos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, pero también entre empresarios nacionales de todos los sectores y políticos de todos los signos.

 

Pero todo ese capital político y personal del que goza Meade se enfrenta a lo que no funciona en este gobierno, y que es lo que tiene a los capitales de inversión nacional e internacional y a la moneda en vilo, rebasado el rango de 20 pesos por dólar, en la incertidumbre y la zozobra: la falta de capacidad política de la administración federal para enfrentar y remontar los conflictos que hoy tienen al país crispado en medio de la crisis y la inestabilidad.

 

Por más que desde Gobernación, Miguel Osorio Chong y su equipo intenten controlar los daños, es la dubitativa actitud del gobierno ante la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación que deja la reforma educativa casi en veremos, una fila de gobernadores priistas procesados por corrupción, el repunte en la oleada de violencia y las ejecuciones ligadas al crimen organizado, bueno, el desastroso manejo de la visita del candidato republicano Donald Trump o hasta el alboroto de grupos ultraconservadores contra los nuevos tipos de familia, lo que ha hecho que todos los sectores de poder económico locales y foráneos cuestionen la capacidad de este gobierno para dar certidumbre a las inversiones.

 

En ese contexto, José Antonio Meade acompaña al presidente Enrique Peña Nieto a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas junto con el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo; ambos funcionarios, sin duda, trabajarán duro, reunión tras reunión, para dar garantías a la comunidad internacional sobre el manejo de un adverso escenario interno y las garantías que puede dar México a los inversionistas internacionales y locales.

 

Así las cosas, el gabinete económico trabaja a toda marcha para atemperar una crisis financiera que no se veía en México hace años, con una deuda creciente y un peso en franca picada devaluatoria.

 

El apoyo que requieren es que la operación interna, la resolución de los conflictos locales den estabilidad y certeza al país previo a las elecciones presidenciales de 2018. De no poner las cosas en orden, llegarán al proceso en condiciones de inestabilidad extrema previo a los comicios federales; esto dará como resultado un escenario económicamente catastrófico.

 

Así que el Presidente y su equipo están obligados a hacer lo necesario, o pagar las consecuencias, junto con una sociedad ya de por sí lastimada, que se cobrará todas las facturas en las urnas.