Muchos le decían que era “ciudadano del mundo” por los constantes viajes que tenía, en los que parecía que cada día reportaba desde un país diferente y por los múltiples idiomas en los que, dice, “se defiende”. Para otros, era una de las cartas más fuertes, interesantes y creíbles que ha tenido Televisa Deportes en las últimas dos décadas, gracias a la mezcla de acontecimientos sociales, culturales y políticos que hacía en sus diversos reportajes deportivos.

 

Alberto Lati, columnista de este diario, anunció su salida de Televisa luego de más de dos décadas de carrera, y en entrevista exclusiva nos da sus razones para dejar la empresa que lo marcó de por vida, y en la que deja a una gran cantidad de compañeros y personas a las que considera como de su familia.

 

¿Por qué saliste de Televisa luego de todos estos años?

 

El asunto es muy sencillo. Yo nunca hubiera querido dejar el sitio donde he pasado más de la mitad de mi vida. Muchos quisiéramos ser como Toño de Valdés, estelares y en un horario estelar, pero eso luego no está destinado para todos. Para usar una metáfora, yo me sentía como un hielo que ves en el vaso y que, poco a poco, lo ves diluirse, haciéndose cada vez más pequeño.

 

Tuve esta inquietud, y llegando la nueva etapa de Televisa Deportes me plantearon una manera de trabajar y un rol que no me terminaban de llenar, pues no era la manera en que yo me sentía más útil o que pudiera ser más aprovechado.

 

Así que inició un proceso de separación muy respetuoso, que termina esta semana y siempre con una infinita gratitud por todo lo que hay detrás, porque estoy consciente de que lo que se hizo fue, en gran medida, por todo lo que recibí en esta empresa.

 

Aquí estoy hablando de algunos de los proyectos más importantes y ambiciosos de la televisión deportiva mexicana, así que siempre le estaré agradecido a Televisa porque me permitió una transformación personal, más allá de lo profesional, que es mucho.

 

¿Se dio en buenos términos tu salida?

 

Sí, en buenos términos y de una manera muy respetuosa, entendiendo que cada quien debe de tener su camino. Televisa Deportes ha entrado en una fase de reestructuración en los últimos meses, y yo de alguna manera tenía que reestructurar lo que yo pretendo aportar.

 

¿No había manera de que pudieras tener ahí un proyecto como el que buscabas?

 

La verdad, no lo sé. Siendo sinceros, tampoco es un tema nuevo, pues yo sentía de tiempo atrás la inquietud de que podía aportar algo más. Pero ellos tenían una idea muy clara de lo que querían y yo no coincidía con esa visión.

 

La gente te tiene en un gran concepto y lo ha mostrado en redes sociales…

 

La gente me tiene conmovido. Desde la semana pasada que surgió el rumor de que yo me había ido, lo que he recibido de la gente me tiene muy conmovido. Lo dije ayer al inicio del mensaje en Periscope, y es que no esperaba este nivel de impacto, de apoyo.

 

Pero hay que entender algo, Televisa es demasiado fuerte, ha tenido bajas infinitamente más relevantes que yo, y sigue siendo el gigante. Yo lo que quiero es ser muy respetuoso, tener mucha gratitud, mucha memoria en relación con lo que viví antes, y desearles lo mejor, porque a final de cuentas dejo una familia ahí.

 

Platícanos un poco de tus inicios en Televisa. ¿Cómo y por qué entraste ahí?

 

Entré en 1995 cuando el reportero Paco Posada conoció a mi tío, y éste le dijo que tenía un sobrino de 16-17 años que soñaba con ser comentarista deportivo. Paco me consiguió, después de un tiempo, una cita con Jorge Che Ventura, que era el jefe de información. Yo en ese entonces estaba en la prepa, salí corriendo de la escuela rumbo a Televisa, y el Che me dijo claramente: “No sabes nada de televisión, pero si aprendes te contratamos”.

 

Así que comencé haciendo de todo, desde cafés hasta mensajería, y les pedía a mis compañeros que me permitieran verlos trabajar, y poco a poco me fui metiendo a la dinámica de la oficina de Televisa Deportes. Por eso durante mucho tiempo ahí me veían como a la mascota, porque entré muy jovencito, era el niño de familia al que todos albureaban y le gastaban bromas.

 

Finalmente, para la Eurocopa 2000 yo ya me había clavado mucho en el futbol europeo y fui a pedirle a Alberto Sosa una oportunidad para que me enviara como reportero, así que mi primer viaje internacional fue ese, con esa relevancia. Les gustó mi trabajo y después llegó Javier Alarcón de director, quien me manda a Japón y de ahí la historia se va entrelazando de latitud en latitud.

 

¿Qué recuerdas de esa primera gran asignación?

 

Se dio algo sensacional. Por un lado, yo seguía siendo universitario, pues a la par que trabajaba en Televisa estaba haciendo mi carrera en la Ibero, así que a esa Eurocopa fui impregnado con esa sensación de quererlo hablar todo, así que quería mezclar los temas sociales, culturales y políticos con lo deportivo. Nunca he sido, ni me considero, un gran analista de futbol, pero creo que comencé a aportar esas analogía con otras cosas que no son del deporte como tal, pero que son necesarias para entenderlo de manera integral.

 

También recuerdo que Zinedine Zidane iba saliendo de un partido y todo mundo lo quería entrevistar, pero me tocó a mí entrevistarlo, cuando todavía era yo un escuincle de 20-21 años, y como pude –con un italiano precario- le pregunté cómo había salido el partido.

 

Pero en vez de salir yo emocionado por haber entrevistado a Zidane, salí muy triste porque tuve enfrente al mejor futbolista del momento y no pude entrevistarlo bien. Así que fue gracias a eso que me di cuenta que tenía que estudiar idioma a montones.

 

¿Cuántos idiomas hablas?

 

Me defiendo en once. Y digo que me defiendo porque en muchos de ellos gramaticalmente soy un desastre, pero tengo lo suficiente para hacer unas preguntas, una entrevista, ese tipo de cosas.

 

De toda tu carrera y todo lo que has visto, ¿hay algún momento que sea importante para ti por algo en especial?

 

No era famoso, pero me dejó muy marcado una entrevista que hice viviendo en Múnich a un niño soldado de Angola que se había regenerado gracias al futbol. Ese chico me hizo entender la relevancia que puede tener un balón, lo que puede esconderse detrás de ese juego, como los valores de solidaridad, de integración, de humanismo y que solo pudo entender alguien que a los 12 años había sido educado para matar.

 

Como figura, ¿alguien que te haya marcado?

 

Tendría que mencionarte al Dalai Lama, a Madonna, a Lech Walesa e, incluso, a Oscar Pistorius, por todo lo que después terminó sucediendo y porque la imagen que yo me llevé después de esa entrevista era la de que había estado frente a una de las personas que más me había inspirado. Y mira en qué terminó.

 

¿Quién te dejó una mejor imagen y quién fue la peor?

 

De lo primero fueron muchos, como Garry Kasparov, cuando lo entrevisté en Moscú después de que salió de la cárcel por haber estado en la oposición contra de Putin… Ahora, la que menos… hay futbolistas y deportistas que cuando llegas a hablar con ellos dicen muy poco en realidad.

 

Lionel Messi, por ejemplo, es un tipo que llena la pantalla por lo que representa, pero no es específicamente bueno comunicando, aunque eso no significa que no valga la pena entrevistarlo. Lionel no dice mucho, y quizá eso sea parte del encanto del personaje.

 

Cristiano Ronaldo es muy diferente. Cuando lo entrevisté, le pregunté si se consideraba más técnico o talentoso, y me contestó: “Las dos, y también veloz”. Es un tipo que tiene ese arrojo, esa valentía, egolatría si quieres, que lo ha hecho superarse y convertirlo en una máquina de jugar futbol.

 

Se dice que eres “ciudadano del mundo” por todos tus viajes y experiencias. ¿En cuántos países has estado?

 

He vivido en ocho y he estado en unos 100. Lo de “ciudadano del mundo” suena muy bonito, pero la realidad es que soy ciudadano mexicano solamente, y no es patrioterismo. Me encanta estar acá, aprendí a valorar mi cultura y mi tierra gracias a la distancia.

 

¿Cuál es tu opinión del deporte en México?

 

Lo veo con graves vacíos estructurales. ¿A qué me refiero? A que no podemos estar pensando en tener grandes campeones cuando todavía tenemos grandes deficiencias en nutrición, en la fortaleza mental de un deportista, en salud pública. Creo que todavía no tenemos el deporte que merecemos, pues para el volumen de población que tiene México, deberíamos tener muchos más campeones y en otras disciplinas.

 

Y luego viene la cuestión federativa. Aunque hay que resaltar las que han hecho bien su trabajo. Si México se convirtió en potencia en disciplinas como clavados, taekwondo o más recientemente en tiro con arco, es porque algo que ha hecho bien, porque hay una metodología, trabajo, seguimiento, desarrollo de talento. Pero no en todos los deportes pasa eso.

 

Finalmente, publicaste tu libro Latitudes en 2013… ¿has pensado en darle seguimiento?

 

Próximamente viene el mismo libro, ahora con Penguin Random House, en edición de bolsillo. Añado varios textos nuevos, yo creo que como la tercera parte del libro será completamente nueva. Ya está en la fase de los últimos detalles, para que sea publicado en verano.