Esta semana se anunció la completa remodelación de la calle de Presidente Masaryk de la Ciudad de México, una calle que en los años ochenta vivió su esplendor, como respuesta al deterioro del Centro Histórico, particularmente a raíz del terremoto de 1985, y a la apertura comercial.

 

Las mejores tiendas de México se ubicaron en Masaryk, diseñadores prestigiados, joyerías, el restaurante mexicano mejor evaluado internacionalmente, los mayores precios y ventas. Hoy día, Masaryk vive sus peores momentos. Las ventas van en picada, el valor de traspaso de los locales disminuye o desaparece, coches en las banquetas, tráfico, guardaespaldas, y una extraña mezcla de tiendas lujosas con restaurantes para oficinistas en el tramo que se supondría el más caro.

 

Parte del deterioro está en la propia concepción prepotente del corredor Masaryk: está dirigido al segmento de mayores ingresos, pero a la vez es un segmento que viaja más y compra el lujo en el extranjero. Algunas tiendas, entonces, abren por la madrugada, para que los millonarios de nuestro país acompañen a su amante a “ajuarearse”. Políticos corruptos son bienvenidos. La quizá principal clienta de Masaryk, una lideresa sindical, está ahora en la cárcel. El ambiente de guaruras ahuyenta a los que no andamos escoltados por la vida. Una calle deteriorada compite contra el renacimiento del centro y la estrategia de ventas de las marcas de lujo, a través de espacios exclusivos en las tiendas departamentales.

 

Es curioso, pero los promotores de la renovación de Masaryk no son los locatarios, sino los dueños de los predios. Los primeros se estaban yendo, uno a uno. Los segundos veían en riesgo su patrimonio. Parte del costo de la renovación sería trasladado a los dueños por la figura jurídica de “Contribución de mejoras”. Ahora se sabe que será un 50%.

 

Pareciera que Masaryk es una gran calle a nivel internacional, pero la realidad es otra. Ocupa un lugar magro, el 51, con rentas de 738 Euros por metro cuadrado al año, según datos de Cushman & Wakefield. Sólo para comparar, en la Quinta Avenida de Nueva York y en Causeway Bay de Hong Kong las rentas superan los 20 mil Euros por metro cuadrado. Ganan a Masaryk calles en las principales ciudades de América Latina: Sao Paulo, Río de Janeiro, Buenos Aires, Bogotá, Santiago y Lima.

 

En los últimos años ha habido mejoras a distintas calles comerciales en el mundo: Causeway Bay en Hong Kong, Quinta Avenida en Nueva York, Serrano en Madrid, Campos Elíseos en París. La transformación de estos sitios ha coincidido en dos elementos: mejoras al espacio peatonal y que la calle se convierta en una marca. Las calles más exitosas funcionan como un centro comercial al nivel de la banqueta; www.themagnificentmile.com, por ejemplo, que es la página de Avenida Michigan, la muestra justo como un centro comercial.

 

Conocí en una etapa inicial el proyecto. Había un afán por generar bahías para estacionar autos de manera temporal. Ello habría sido un rotundo fracaso. Sé que ese absurdo se eliminó. Llegué a hacer la sugerencia de reducir a un carril por sentido el tramo central. El diseño vial no se alterará. No habrá ampliación de banquetas (se habla de unos cuantos centímetros, lo cual es ridículo), pero sí mejoras, liberación del espacio y un continuo accesible, de extremo a extremo y en los alrededores.

 

No tengo tan claro que el enfoque que se esté dando a Masaryk sea el de un “centro comercial de calle”, en el que los clientes vayan caminando de tienda en tienda hasta no poder más con sus bolsas y luego tomar un taxi, como ocurre en las mejores calles comerciales del mundo.

 

Es sin duda positivo para una ciudad que se articulen los actores privados con el gobierno para la transformación de un espacio. Una inversión cercana a los 500 millones de pesos está puesta en un punto donde generará buenos retornos. Será un buen logro para el Gobierno del Distrito Federal, pero será más exitoso si en la instrumentación convierten a Masaryk en un centro comercial de calle y la despojan del nicho de mercado de los que pagan en “cash” con dinero de dudosa procedencia

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