Las luces se apagan y el teatro se llena de aplausos mientras adivino que casi todos los espectadores en esta oscuridad deslumbrante tenemos dibujada una sonrisa en el rostro, el sentimiento de satisfacción de una conmovedora obra

 

“Más pequeños que el Guggenheim” es una obra del joven dramaturgo veracruzano Alejandro Ricaño, quien, de manera lúdica y divertida, hace una reflexión sobre el fracaso, la amistad y los recuerdos. Y de cómo hay que volver a empezar, siempre volver a empezar.

 

Narrada entre España y México, “Más pequeños que el Guggenheim” cuanta la historia de Sunday (Adrián Vázquez) y Gorka (Austin Morgan), un par de amigos actores que emprenden la aventura de viajar a Europa a probar suerte. Tras tres meses y varias vicisitudes, regresan a México para no volver a hacer teatro y no verse durante una década entera.

 

Luego de esa aparente ausencia, los amigos se vuelven a reunir para emprender el sueño de montar una obra, sueño al que se suman Jam (Hamlet Ramírez), un cajero de mini súper que sueña con ser actor y Al (Miguel Corral), un albino bizco y huérfano.

 

Con una escenografía austera y sencilla (una banca, una mesa y una làmpara, los actores logran situar al espectador en los tiempos y lugares de la trama y dar los matices a cada uno de los acontecimientos.

 

Los personajes asumen su realidad, sus alcances y sus límites sin dejar de luchar, una obra sobre la esperanza, sobre cómo asimilar el curso de la vida y de las cosas. Y como afirma el director, podría ser la biografía de cualquiera.

 

La obra se presenta en el Foro Shakespeare de viernes a domingo hasta el 23 de Diciembre.

 

  “Cuando la realidad nos falla, nos quedan nuestros sueños”