Bajo el lema “más derechos para más gente en las Américas”, Luis Almagro Lemes asumió hoy la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), con la promesa de impulsar la renovación de este foro y sacarlo de la crisis de credibilidad que padece.

 

“No me interesa ser el administrador de la crisis de la OEA, sino el facilitador de su renovación”, dijo aquí el ex canciller uruguayo, quién externó su expectativa de que al término de su mandato la organización sea reconocida como el foro político hemisférico por excelencia.

 

Ello implicará la participación igualitaria de todos sus países miembros, fortalecer la democracia, promover y proteger los derechos humanos, impulsar el desarrollo integral y la seguridad multidimensional, para así apoyar la prosperidad con oportunidades de progreso para todos, dijo.

 

Con este horizonte su gestión descansará en siete ejes que además de derechos humanos incluirán promoción y defensa de la democracia, cooperación para el desarrollo integral, promoción de la seguridad ciudadana, solución pacífica de controversias, defensa de la autodeterminación de los países y fomento de la integración regional.

 

“En estos cinco años será necesario llevar a la realidad el proceso de transformar la OEA a las realidades del siglo XXI. Ello implica insertar la institución en un mundo diferente al que la vio desarrollarse, crecer y operar”, dijo, y enfatizó su decisión de servir un solo periodo al frente de la secretaría.

 

Almagro explicó que el lema de su gestión es un reflejo del hartazgo que existe en la región frente a la exclusión de derechos políticos, económicos o sociales para algunos, “pero no para todos”.

 

“El hemisferio está cansado de racismo, de persecución, de prejuicios y antagonismos estériles”, asentó. Almagro hizo notar que si bien el hemisferio está marcado ahora por tiempos de paz y vive en democracia, su calidad en ambos casos difiere.

 

Aún cuando reafirmó el papel no intervencionista de la OEA en los asuntos internos de sus estados miembros, insistió que en todos los países que tendrán procesos electorales “es necesario que las elecciones sean incluyentes y transparentes, así como en los tiempos constitucionales establecidos”.

 

De igual modo, en el terreno de la gobernabilidad democrática, ofreció que la OEA “debe tender una mano a aquellos países que atraviesan momentos de crispación y antagonismos que a veces sobrepasan los niveles de civilidad a los que la democracia regional debe aspirar”.

 

En la única mención particular sobre un país miembro, Almagro dijo que la presencia de Cuba en la pasada Cumbre de las Américas en Panamá marcó un punto de inflexión en el hemisferio, que sumado al restablecimiento de relaciones con Estados Unidos, “abre un abanico de distensión de efecto benefactor para todo el hemisferio”.

 

“Trabajaremos para que Cuba pueda integrarse plenamente a la OEA, obviamente tomando en cuenta la necesidad de respetar tiempos y procesos que no están bajo nuestro control”, indicó.

 

Aunque durante la Asamblea General de la OEA en Honduras la suspensión de derechos impuesta a Cuba como miembro de la organización fue levantada en 1962, La Habana no ha mostrado hasta ahora interés alguno por volver a ocupar su silla en el Consejo Permanente.