El casco antiguo de la ciudad marroquí de Tetuán es un laberinto de paredes blancas y calles angostas y empedradas.

 

El Rincón es uno de los múltiples cafés que se amontonan en el centro antiguo. Subo varias escaleras y llego a una terraza desde donde diviso la ciudad. Pido el clásico té a la menta, ése cuyo aroma hace que de los poros exhale un delicado olor a mentol durante horas.

 

Tetuán, Tánger, Castillejos, todo el norte marroquí es la zona más sensible para la captación de jóvenes yihadistas. De hecho, la mayoría de los marroquíes que se marcharon a luchar a Irak y Siria provenían de esta parte del país.

 

Este hecho no es baladí. La mayoría de la población norteña es de origen bereber. El rey Mohamed VI y antes su padre Hassan II les anatemizaron cortándoles el grifo del dinero debido a la aversión que muchos bereberes tienen hacia la monarquía alauita.

 

De Castillejos, la última  población que colinda con la frontera de España, se marchó a Siria, Mohamed Hamduch, más conocido como Kokito El Carnicero de Castillejos. Este joven terrorista degolló a centenares de sirios inocentes. No contento con ello le gustaba fotografiarse con las cabezas de sus víctimas. Al final, como tantos otros murió en Siria.

 

Como Kokito hubo miles de ellos más. Por eso el propio monarca y su gobierno están luchando para combatir el terrorismo yihadista. Y lo están haciendo por dos motivos. En primer lugar porque representa una amenaza para la propia Corona a la que podría terminar desestabilizándola. Después porque Marruecos representa el muro de contención para que los yihadistas no entren a Europa a cometer atentados.

 

Las fronteras de España y Marruecos, a través de las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, se han convertido en un muro infranqueable que mira hasta debajo de las piedras para que no se “cuele” ningún terrorista. Pero aun así es difícil. Cada día, por esas fronteras, pasan más de 50 mil personas. Son demasiadas y, lamentablemente, no existe el control perfecto.

 

La inteligencia marroquí es una de las más eficaces. Su interlocución con la inteligencia europea, estadounidense y judía es permanente. Gracias a Marruecos se han podido abortar un número importante de atentados.

 

Pero como todo, no es infalible. Ni Marruecos ni España pudieron abortar los atentados de Barcelona, ni de París, ni de Finlandia ni el de la Torre de Londres. Todos los terroristas eran de procedencia marroquí.

 

El reino alauita tiene esa dualidad; por una parte es un muro de hormigón contra el yihadismo, pero por otra representa, en algunos puntos del país, un semillero de futuros terroristas.

 

El propio monarca está realizando una reforma en el Ministerio de Asuntos Religiosos para que se imparta una nueva manera de enseñar el Corán de modo ortodoxo y moderado; en realidad, tal y como es. Está desterrando a todos los imanes radicalizados que buscan la captación en jóvenes sin porvenir.

 

Sin Marruecos no se entendería parte de este terrorismo que acobarda a Europa y le hace mucho más vulnerable.

 

caem