El Manchester United dio más lustre a su palmarés al ganar la Liga Europa, único título que le faltaba, con un triunfo cómodo frente a un Ajax desaparecido, sometido sin plantar batalla por los goles de Pogba y Mkhitaryan.

 

 

Fue un triunfo tan incontestable como funcionarial, con muy poco brillo en una final escasa de juego, en la que el equipo de Mourinho impuso su físico, su organización defensiva y el mayor poso de sus jugadores, sin extrañar la actuación anónima de Rashford, decisivo en la semifinal contra el Celta.

 

 

Salió mejor plantado el United, evidenciando la superioridad física de su centro del campo, con Mata como sorpresa en el once inicial, junto con el recuperado Smalling en el centro de la defensa.

 

 

Del Ajax no hubo noticias hasta el cuarto de hora. Al joven conjunto holandés se le vio superado en el inicio, incapaz de contrarrestar la superioridad física del rival, sin la alegría en ataque que suele exhibir.

 

 

Cuando los holandeses parecían asomarse al partido, con un tiro de Traoré tras una pared con Younes atrapado por Romero, el United golpeó con un tanto bien elaborado pero culminado con fortuna.

 

 

Mata limpió una jugada por la derecha nacida de un mal saque de banda del Ajax, abrió a Fellaini, que prolongó hacia la incorporación por el centro de Pogba, cuyo zurdazo rebotó en la pierna de Sánchez y descolocó a Onana.

 

 

El gol colocó el partido en el mejor escenario para el United, que dio un paso atrás, cedió la pelota y esperó a poder matar la final a la contra. Pero aparte de una internada de Valencia, que acabó con un disparo duro repelido por el portero, no hizo más en ataque hasta el descanso.

 

 

Sin muchas ideas, sin encontrarle el hilo al partido, impreciso, el Ajax quedó limitado a algún detalle aislado de Traoré o Younes que acababan en nada, incapaz de superar a la sólida defensa rival y de conectar con Dolberg.

 

aarl