CARACAS.  Los números no cierran. La caída de los precios del petróleo golpeó a la economía de Venezuela y el gobierno del presidente Nicolás Maduro no sabe cómo frenar la convulsión social  y económica. Los alimentos no alcanzan. Los medicamentos tampoco. Y en otro intento desesperado para aplacar la crisis que ahorca a los venezolanos, el mandatario anunció el tercer incremento del salario mínimo en 50% a los trabajadores públicos a partir de septiembre, mientras que la base de cálculo del bono de alimentación, que reciben todos los trabajadores, se incrementará más de 200%.

 

“¿De qué sirve hoy un aumento de 50 o 400% si al día siguiente el queso, la carne, los huevos todo cuesta cien veces más?”, criticó el opositor, Jesús Torrealba, en referencia al aumento salarial.

 

El dirigente opositor venezolano Henrique Capriles, principal promotor del referendo, también se refirió a este decreto y compartió la opinión de Torrealba al asegurar que “con los aumentos de sueldos se dispara aún más la inflación”.

 

Maduro también recurrió a la reapertura “ordenada, controlada y gradual” de la frontera la semana pasada  en una reunión con su homólogo colombiano Juan Manuel Santos, en Puerto Ordaz.

 

Mientras los comercios de las ciudades venezolanas cercanas a la frontera se mantienen cerrados por el desabasto, miles de sus ciudadanos volvieron a cruzar a Colombia para conseguir alimentos básicos y artículos de primera necesidad en los comercios de Cúcuta. La llegada de esos ciudadanos en busca de arroz, leche o legumbres supone un balón de oxígeno para un país cuyos ciudadanos sufren la escasez desde hace meses.

 

La frontera había sido cerrada casi un año antes por orden del Presidente venezolano en el marco de una operación para combatir al contrabando y presuntos paramilitares que operan en la zona.

 

“Aquí no se consigue nada para comer, tiene uno que ir Colombia”, comentó Luz Marina Agudelo, una de las mujeres de San Antonio del Táchira que hoy se nutrieron de alimentos en Cúcuta tras cruzar el Puente Simón Bolívar, principal paso entre ambos países.

 

Durante los casi doce meses en que la frontera permaneció cerrada, esta mujer vio como los precios crecían, ya que tenía que abastecerse en muchas ocasiones con productos que los contrabandistas traían de Colombia.

 

En este tiempo llegó a pagar dos mil bolívares (200 dólares y 3.1 dólares según la tasa de cambio más baja y la más alta vigente en el mercado) por un kilo de arroz. Ayer lo pagó a mil 200 bolívares (entre 120 dólares y 1,86 dólares), un alivio para su economía.

 

Inflación, escasez de productos y caídas de las ventas, ese es el saldo que dejó en la región fronteriza venezolana el cierre de los pasos limítrofes con Colombia. Sólo el estado de Táchira,  70% de los negocios fue cerrado y se perdieron 25 mil empleos. Las ciudades fronterizas cercanas comienzan a recobrar su color y su vida habitual, pero siguen a la expectativa y con la sombra sobre sus cabezas del año más difícil de sus vidas.

 

Soldados colombianos controlan la entrada de los venezolanos que cruzan la frontera

90,000 personas cruzaron la frontera común con Colombia por los seis pasos habilitados, mientras que en las primeras horas del domingo los atravesaron unos 24 mil venezolanos, según datos oficiales.