Casi todo mundo la ha experimentado al menos una vez en la vida antes de un evento importante, un examen o una situación que nos provoca nerviosismo. Los síntomas más usuales son palpitaciones en el pecho, sentir mariposas en el estómago o, en casos más graves, incapacidad de moverse y tener una vida funcional. Se trata de la ansiedad, padecimiento que, según la define la Secretaría de Salud, es un estado emocional en el que se presentan cambios somáticos (es decir, cuando una persona expresa tener un síntoma que en realidad no tiene) y psíquicos.

 

 

La ansiedad se considera patológica cuando se presenta de manera excesiva y su duración es prolongada, lo que genera disfuncionalidad en la persona que lo padece. Según la misma dependencia, es un trastorno que se manifiesta de manera más elevada en niños y adolescentes, y se manifiesta de las siguientes maneras:

 

 

Sensaciones somáticas como mareos, taquicardia, sudoración, palpitaciones, temblor, molestias digestivas, aumento de la frecuencia y urgencia urinaria.
Síntomas psíquicos (cognoscitivos, conductuales y afectivos) como nerviosismo, deseo de huir, sensación de muerte inminente, inquietud, miedos irracionales, temor a perder la razón y el control.

 

 

La ansiedad tiende a producir distorsiones de la percepción de la realidad, del entorno y de la persona misma, lo que afecta la funcionalidad del individuo. Su diagnóstico y tratamiento es realizado por un psiquiatra; el tratamiento consiste en medicamentos y psicoterapia.

 

 

Infografía: José Ángel Espinosa

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MÁS FUERTE, EN ETAPAS TEMPRANAS

 

 

La ansiedad es uno de los problemas mentales, emocionales y de comportamiento más comunes en adolescentes y niños, quienes experimentan un intenso miedo, pena o impotencia, y como estas sensaciones pueden durar largos periodos de tiempo afectan en forma significativa sus vidas.

 

 

De acuerdo con la Secretaría de Salud, si estos problemas no se detectan ni son tratados con oportunidad, pueden derivar en trastornos de más difícil solución como ausencias y bajo rendimiento escolar, reducción de la autoestima, abuso del alcohol o las drogas, depresión y problemas mentales en la edad adulta.

 

 

Además, a menudo la ansiedad en niños y adolescentes se registra con otros padecimientos como la depresión, trastornos de la alimentación y de atención con hiperactividad (TDAH). Este comportamiento suele presentarse con mayor frecuencia entre los siete y 15 hasta los 15 años de edad.

 

 

Infografía: Juan Ángel Espinosa

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¿TIENE SOLUCIÓN?

 

 

Sí. La ansiedad puede ser tratada eficazmente mediante una evaluación integral del niño o el adolescente y la familia. El tratamiento puede incluir terapia cognitiva conductual, centrada en ayudarlos a aprender habilidades para controlar las situaciones que contribuyen a aumentar ese problema.

 

 

En algunos casos, los medicamentos antidepresivos coadyuvan para que se sientan más tranquilos, pero es importante destacar que el rol de los padres es de vital importancia. Debido a que el trastorno de ansiedad es la causa de que el niño o el adolescente tengan problemas en la escuela y con sus compañeros, el primer paso es hablar con el maestro, el director o el psicólogo del centro o de confianza informándoles lo que sucede. Así, con el tratamiento y apoyo suficientes, este sector logrará con éxito erradicar los síntomas de ansiedad y vivir una infancia normal.