Han pasado ya siete meses desde la llegada de Donald Trump al Gobierno de Estados Unidos. Inversionistas, analistas y manejadores de fondos descontaron al inicio una reforma fiscal que generaría una reactivación aún más acelerada de la economía americana hacia los siguientes años, una baja en impuestos “agresiva” para corporativos y asalariados, la repatriación de capitales que llevaría a niveles de reinversión muy importantes de las empresas que, además, darían miles de nuevos de empleos adicionales, un nivel de endeudamiento limitado y todo en función de poder derogar el Obamacare y, con ello, generar ahorros importantes al gasto del gobierno más el crecimiento a un ritmo anual de 3.0% que reduciría la deuda como proporción del PIB.

 

Asimismo, se generó una expectativa por recortes en diversas regulaciones como la financiera y la ambiental, entre otras, que han llevado a las instituciones a crear áreas con más personal, fuertes restricciones en la operación y altos costos.

 

La semana pasada probablemente fue la peor para el presidente Trump al ser criticado por su reacción a la trágica protesta de Charlottesville, Virginia. Vimos cómo directores de empresas lo abandonaron teniendo que disolver algunos consejos de asesores, la salida de Steve Bannon, uno de colaboradores más importantes, y la especulación de otras salidas de miembros de su gabinete.

 

A pesar de tener dominio en la Cámara baja, las propuestas generadas por la administración Trump ponen en tela de juicio la relación entre los congresistas y la población, lo que podría limitar su carrera futura. Ello ha frenado mucho las propuestas en materia económica y la de la reforma en el sistema de salud (Obamacare) y su sustituta.

 

La administración Trump atraviesa por un momento complicado en donde han salido ya 14 personas. En realidad, entre la gestión y el Congreso actual han logrado pocas cosas hacia la sociedad y la economía.

 

En ese sentido y ya avanzado el mes de agosto, es importante que se logren acuerdos entre gobierno y cámaras, ya que la sociedad está viendo una parálisis en donde no se toman decisiones. En 2018 habrá votación en las cámaras y el riesgo de que el partido republicano pierda mayoría va en aumento.

 

La posibilidad de aprobar una verdadera reforma fiscal en los próximos meses parece alejarse. Sin embargo, va en aumento la posibilidad de un recorte más moderado de impuestos para corporativos y personas. Para los corporativos, la tasa de imposición estaría entre 35 y 25% en lugar de 20 ó 15% que se manejaba originalmente. No se ha mencionado aún el posible programa de repatriación de capitales, en donde se esperaba una tasa de impuestos única de 10% con la condición de utilizarse como reinversión dentro de Estados Unidos. Quizá ésta si puede ser viable, aunque el resultado podría ser más moderado ante grandes interrogantes sobre el futuro de Trump, que incluye el avance en la investigación de la relación de personas del equipo de su campaña presidencial con Rusia.

 

Los mercados esperan aún optimistas, pero el tiempo se acorta. Si no vemos una respuesta rápida y positiva a la baja en impuestos, la volatilidad de los mercados aumentará significativamente con riesgos de fuertes contracciones.

 

 

caem