Hay un anuncio horroroso en la radio que compara la corrupción con los insectos. La analogía es terrible porque en el equilibrio planetario, los insectos juegan un papel fundamental para la conservación de todas las formas de vida. En fin, hay déficit de creativos al menos en esa dependencia.

 

 

 

Pero bueno, usemos el leguaje figurado para tratar de entender qué tipo de bicho le pica a los políticos cuando se acercan los tiempos electorales.

 

 
Habitualmente en México, seguramente en muchas partes del mundo, la clase política está pensando más tiempo en su beneficio y su futuro que en el bienestar común.

 

 
Hay algunos personajes de la vida política de los que podemos esperarlo todo; son congruentes con su radicalismo. Pero hay otros que contagiados por el virus electoral se salen de sus casillas y empiezan a cometer pifias espantosas.

 

 
Por ejemplo: en la Ciudad de México ahora resulta que se van a juntar legisladores del Partido Acción Nacional (PAN) con los del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) para ir a tapar, y quizá hasta estropear, algunas cámaras de ésas que se encargan de sacar las fotomultas.

 

 
El pretexto es el amparo que recibieron algunos ciudadanos para gozar del derecho de audiencia antes de tener que pagar las infracciones registradas a través de estos aparatos electrónicos.

 

 
Unos y otros encuentran en esto una oportunidad de golpear al gobierno local con algo que ciertamente enoja a los automovilistas, por más que estén obligados a respetar el Reglamento de Tránsito.

 

 
Parecían dos partidos extremos, pero al final se juntan en un objetivo con tintes electorales en común.

 

 
Pero hay otra acción del PAN que habla de una enorme incongruencia entre lo que promete en su plataforma ideológica y lo que hace desde su actuar político-electoral.

 

 
Todos saben, incluido el partido en el poder, que el tema bautizado como gasolinazos es altamente rentable. Si alguien quiere ganar adeptos, tiene que gritar a los cuatro vientos: “¡No al gasolinazo!”.
Hay algunos, le decía, que son congruentes y aunque saben que la liberación de precios tiene un beneficio presupuestal, defienden lo contrario, aunque afecten a los más necesitados.

 

 
Pero se supone que desde el PAN entienden que subsidiar las gasolinas es regresivo, que controlar los precios va en contra del mercado y que fiscalmente los ingresos obtenidos por la vía de esos combustibles son progresivos.

 

 
A pesar de ello, desde ese partido que tiene el mote de derecha, impulsan, a través de firmas ciudadanas, la idea de recortar a la mitad el impuesto especial a los combustibles.

 

 
Esto que gana enormes simpatías electorales es al mismo tiempo una irresponsabilidad fiscal, porque tendrían que elevar otros impuestos para compensar esa falta de ingresos o, bien, recortar el gasto y seguro que no sólo en salarios y celulares como argumentan sus nuevos socios políticos.
En fin, calentar a la gente con este tipo de planteamientos es irresponsable porque su cálculo es que no tendrán los votos suficientes para pasar una iniciativa así. Pero hacer enojar a los ciudadanos corre en contra de todos. Piénsenlo.