Realmente da igual si el índice bursátil Dow Jones se encuentre en los 20 mil puntos que en los 19 mil 791.75 puntos. No se trata más que de una barrera psicológica que lo único que hace es jalar la atención de aquéllos que no participan en ese mercado.

 

Lo que cuenta es qué implica que los mercados bursátiles adelanten expectativas de algo que de hecho no está del todo claro para la economía estadunidense.

 

Las bolsas suelen descontar lo que ven como inminente. Por eso es que a estas alturas los indicadores bursátiles ya están tranquilos ante la realidad de que mañana sube la tasa de interés en Estados Unidos. Ya tuvieron sus turbulencias de descuento de este hecho.

 

Cuando las economías dan signos de compensación con algunos indicadores básicos, los mercados bursátiles inician sus procesos de alza para estar ya en los cuernos de la luna cuando llegue esa recuperación para todos los demás.

 

Igualmente, cuando inician los ciclos de baja y se dan los primeros focos de alerta, los participantes de los mercados corren a los refugios donde pueden aguantar esos temporales.

 

Pero lo que ahora festinan es una serie de promesas de campaña del Presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, que les entusiasman.

 

Una de las promesas de este millonario es bajar el monto de los impuestos que pagarán las empresas como los que más tienen. Evidentemente que muchos ya hicieron cuentas alegres de lo que esto implica y por eso se animan eufóricos en las bolsas.

 

Pero también hay la expectativa de menos regulaciones financieras, como en los viejos tiempos del siglo pasado, previo a la gran recesión. Y de paso esperan un espectacular programa de gasto en infraestructura.

 

Menos impuestos, menos regulación y más gasto público que se llevarán las empresas privadas. Es algo más que suficiente para emprender una borrachera de compras frenéticas y máximos históricos.

 

Es una historia que ya hemos visto antes y también conocemos el desenlace.

 

De entrada, es de sentido común dimensionar el problema que habrá de causar Donald Trump a las finanzas de su país. Menos ingresos y más gasto, con los niveles actuales de deuda superiores a 100% de su Producto Interno Bruto, es la fórmula perfecta para una crisis.

 

Y si bien los republicanos son mayoría en las dos Cámaras legislativas, tampoco hay que dar por descontado que todos los planes de ingreso y gasto del presidente electo Trump pasarán en automático.

 

Nada de lo que aquí le digo es desconocido para los participantes de los mercados. Pero eso es algo que los tiene sin cuidado, ya que los tiburones más bravos de las bolsas saben que no necesitan más que unos cuantos segundos para abandonar el barco y ponerse a salvo en alguna trinchera del mercado de bonos.

 

Serán otros los participantes de esta euforia, los menos experimentados y los más vulnerables, los que habrán de estar en ese tobogán de bajada de los indicadores bursátiles.