Hay muchas evidencias de lo negativo que resultó combinar la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos con la liberación de los precios de las gasolinas.

 

 

Una de las pruebas contundentes de lo explosivo de esa combinación fue, sin duda, la inflación de la primera quincena de enero, que se disparó a niveles que tenía muchos años que no veíamos.

 
Los precios subieron por el impacto del aumento de las gasolinas, pero también por el incremento en el costo del dólar.

 
Tenemos ahora otro indicador del impacto del mal momento que ha generado la mezcla Trump-gasolinas.

 
El Banco de México y el INEGI hacen de manera conjunta una encuesta en la que toman el pulso de los consumidores mexicanos en un momento determinado. Los resultados más recientes corresponden a enero pasado, el mismo mes de las peores amenazas de Trump a México y el mismo mes del gasolinazo.

 
El Índice de Confianza del Consumidor había tenido una baja constante desde mediados de 2015, cuando tenía un nivel que ya se podía considerar como mediocre. Sin embargo, lo que ahora vemos más que una baja es un derrumbe de la credibilidad de los que consumen en nuestro país.
Este indicador se desplomó 17.9% durante enero en comparación con diciembre pasado, y el derrumbe con respecto al nivel de hace un año es de 25.7%.

 
Todos los componentes que se toman en cuenta para elaborar este indicador tuvieron una baja significativa. Los consumidores mexicanos ven que la situación actual de sus casas y del país es peor que la que tenían hace un año.

 
La mayoría considera que tanto su situación económica personal como la del país dentro de un año serán mucho peor de lo que hoy vemos.
Y una baja muy importante y preocupante para el desempeño económico la deja ver la pregunta sobre las posibilidades de que en casa se pueda comprar algún artículo duradero, como una televisión o una lavadora. Aquí el desplome fue de 31.4% con respecto a la confianza que había para hacer esto hace un año.

 
Este derrumbe en la confianza de los consumidores se deberá notar con más intensidad en los indicadores de consumo. Porque la realidad es que durante muchos meses no había coincidencia entre lo que declaraban los ciudadanos mexicanos en la encuesta y lo que hacían en los mercados de consumo.

 
Pero hoy la inflación, la cotización tan alta del peso frente al dólar y, por supuesto, el factor Donald Trump sí pegan en el consumo.
Esta pésima noticia para la economía mexicana tiene, sin embargo, un impacto positivo para otro ese problema que hoy enfrentamos en México y que es la inflación.

 
Muy a la mala, pero la desconfianza de consumir frena los aumentos en los precios en productos que no son indispensables.

 
Lo que se tiene que hacer en momentos como el actual no es dejar de consumir, porque cierra un círculo vicioso que lleva a la baja en la actividad económica. Hay que privilegiar un consumo inteligente.