Amor con amor se paga. Pero si algo falta en estos tiempos es una relación al menos cordial entre los gobiernos de México y Estados Unidos.

 

 

Es un hecho que este Día del Amor y la Amistad no van a llegar unos chocolates o unas flores a Los Pinos con los atentos saludos de Donald Trump. Es más probable que sepamos que hoy se incrementaron los arrestos de indocumentados y las deportaciones.
Podría aprovechar el Presidente de Estados Unidos el Día de San Valentín para poner la primera piedra de su pared. En fin, todo menos algún gesto de amor o compasión para aquéllos que no tienen su color de piel.

 

México debe resistir todos los embates con cierta indiferencia sentimental. Vamos, no hay que ponerse a la altura de los desplantes irracionales de Trump, de amenazar y oprimir para defender los intereses del país.
La estrategia de apoyo a los mexicanos que viven allá a través de los consulados y la divulgación de información es una buena estrategia.

 

Iniciar las consultas con los sectores productivos mexicanos para fijar una postura común en las inminentes negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es otra buena manera de proceder serenamente, sin los apasionamientos que nos aquejan desde allá.

 

Donde hoy tengo claro que el amor se puede volver odio y una defensa al estilo “gato boca arriba” del gobierno mexicano es si se le ocurre a la administración de Donald Trump meterse con las remesas.

 

En materia migratoria, el gobierno mexicano vigila que se cumplan con los procedimientos legales de ese país. En materia comercial se deberán seguir las reglas planteadas en el propio TLCAN y en la Organización Mundial de Comercio.
Pero si el gobierno de Donald Trump toca las remesas con el pétalo de un impuesto, la respuesta mexicana será inmediata y contundente.

 

Hay una gran cantidad de mecanismos de reciprocidad inmediata para que le duela el bolsillo a los estadunidenses en la misma proporción en que perjudiquen a los millones de mexicanos que decidan afectar en sus envíos.

 

En la Casa Blanca están al tanto de esto. Saben que las remesas serán defendidas de “Masiosare” con todo. Tienen claro que los márgenes de respuesta para México existen y son reales.

 

México tiene claro que no es posible jugar a las vencidas con el poderoso vecino del Norte, pero también existe la claridad de que en materia comercial hay elementos suficientes para negociar desde una posición de pares, y en el caso de las remesas hay la determinación de ser inflexible ante cualquier intento injusto de sacar de ahí los dólares que Trump quiere para su muro.

 

Al parecer, en el gobierno de Trump si creen que México puede tener una respuesta contundente, pues hasta ahora no se han atrevido ni siquiera a mencionar las remesas como una fuente de recursos para su absurda idea de que nuestro país pagará por la construcción de su muro.