La mala noticia es que al final tuvieron razón los pesimistas que creyeron que la economía mexicana no alcanzaría 2.5% de crecimiento durante 2016; la peor es que para 2017 las estimaciones son mucho peores.

 

 

El INEGI dio a conocer que el Producto Interno Bruto de este país tuvo una expansión de 2.4% al cierre del cuarto trimestre del año pasado y en comparación anual. Dentro de ese resultado vemos que el sector primario fue el más dinámico con un crecimiento anualizado de 6.6%, a pesar de que tiene el menor peso dentro de la economía nacional.

 
El sector de servicios y comercio tuvo un desempeño superior al promedio del resto de la economía de 3.3%, lo que muestra que el motor interno se mantuvo encendido durante todo 2016.

 
Pero el sector secundario, donde están las actividades industriales, entre ellas las manufacturas y la extracción, estuvo estancado, 0% de crecimiento.

 
El estancamiento industrial lleva ya varios años y son pésimas noticias que las pocas tuercas que se mueven bien dentro de la manufactura, como por ejemplo el sector automotriz, están amenazadas por el proteccionismo estadunidense.

 
Y decíamos que hay peores noticias cuando vemos que las expectativas del comportamiento del PIB para este año alcanzan difícilmente 1%.

 
Resulta evidente que la mayor resta al crecimiento es cortesía de la incertidumbre que ha provocado el gobierno de Donald Trump no sólo en México, sino para el planeta entero. Pero en el caso de nuestro país, la amenaza es tan grande como el tamaño de nuestra relación bilateral.

 
Lo invito a que consulte una gráfica que dejará muy claro cuál es el tamaño de la influencia de este fenómeno político que enfrentamos. Vea el comportamiento del peso mexicano desde los días previos a la elección del 8 de noviembre pasado, lo que ocurrió después y cómo una noticia del tamaño del anuncio del manejo de coberturas cambiarias por parte del Banco de México es capaz sólo de recuperar un pequeño porcentaje de todo lo perdido por el efecto Trump.

 
Es real que la nueva administración de la Casa Blanca nos habrá de costar mucho en crecimiento, desarrollo y hasta tranquilidad social. Pero también es un hecho que dentro del país se han dejado de hacer cosas importantes que hoy condicionan este comportamiento económico.

 
Las reformas estructurales han sido muy buenas para el crecimiento, con todo y los problemas que ha generado su implementación. Pero el acompañamiento con una deuda desbocada ha provocado un enorme lastre que hoy pone en riesgo la salud de las finanzas públicas.

 
Y también el crecimiento, el destino de más recursos para pagar algo de lo que se debe le quita recursos a otros rubros del gasto que son determinantes para crecer.

 
En fin que la mala noticia es que ya se nota una desaceleración económica al cierre del año pasado; lo peor es que esto se encuentra lejos de revertir esa tendencia.