Hay un deporte en el que los analistas que efectúan cálculos económicos para México ya son expertos: consiste en ver quién revisa más veces, y de manera más drástica, las predicciones para hacerlas más pesimistas.

 

No ha habido en todo el sexenio un solo pronóstico del comportamiento del Producto Interno Bruto que no se revise una, dos, tres o más veces a lo largo del año para proyectar una estimación mucho más pesimista.

 

En el caso del tipo de cambio, los analistas de plano ya juegan a aquel clásico de los niños de hace años en que se ponían un paliacate para cubrir los ojos y después trataban de ponerle la cola al burro. Ahí no hay ni pudor ni tino para hacer pronósticos.

 

A la inflación le empieza a ocurrir lo mismo; los pronósticos están en proceso de alza constante.

 

Pero hay una estimación que se ha mantenido estoica en estos tiempos de turbulencia financiera y baja económica. Es más, ha habido ocasiones en que ese pronóstico es el único que ha sido mejorado por los analistas.

 

Ésa es la estimación de la creación de empleos.

 

Recién conocimos que la informalidad sigue siendo una parte importante de la economía mexicana. Seis de cada 10 connacionales dentro de la población económicamente activa son informales, aunque sólo aporten 24 pesos de cada cien que genera dicho rubro.

 

Esta distorsión del empleo informal hace que sean imposibles de comparar las cifras de desempleo de México con las de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), donde constantemente nuestro país se ubica en los primeros lugares del ranking de ese club.

 

Si se toma en cuenta la tasa de ocupación parcial, entonces sí tenemos a México en una media tabla dentro de la OCDE.

 

Pero lo que destaca en nuestro país es la creación de empleos formales, aquéllos que pasan por el registro del Instituto Mexicano del Seguro Social.

 

Es cierto que este gobierno emprendió un plan para formalizar a muchos trabajadores ambulantes que engrosó las cifras, pero eso en todo caso es un punto bueno para el gobierno.

 

La creación de empleos ha permanecido constante durante los últimos años, a pesar del resto de las variables. Mucho tiene que ver con el desarrollo del mercado interno que ha mantenido tasas de crecimiento superiores al promedio general.

 

La creación de más de un millón de empleos entre enero y noviembre es una cifra positiva para la sociedad y de gran utilidad para el Gobierno federal.

 

Y más le vale presumirlo con este último dato disponible, porque en diciembre se derrumba la cifra de creación de empleos y, de hecho, se torna negativa por el despido de los trabajadores temporales y el final de muchos contratos de trabajo anual.

 

Nada vende más que el pesimismo, pero uno de los chalecos salvavidas que tiene la economía mexicana para enfrentar los tiempos complejos actuales es ese desarrollo del mercado interno, derivado en buena medida de esta creación tan notable de puestos de trabajo.