Los puentes peatonales salvan vidas, pero privilegian a los autos.

 

Hacen subir a una persona ocho metros por escalones, a veces rotos, con varillas expuestas, por un camino sucio, con basura y hasta excremento de alguna mascota y humano, para que un vehículo siga de filo, sin detenerse.

 

No se trata de afectar a los automovilistas, pero hay zonas en las que es mucho mejor, a largo plazo, construir un desnivel para el vehículo y privilegiar al peatón. Al conductor no le va a pasar nada; en su auto pasará sin problema el desnivel y el individuo no tendrá necesidad de subir una escalera.

 

La fobia por los puentes

 

Cuando una persona es atropellada debajo de un puente peatonal, la crítica va al peatón: “Por flojo”, “no quiso subir una escalera”, “sólo en México”.

 

Pero no siempre una persona no sube una escalera por floja. Hay varios factores: algún problema en una de las piernas, en los riñones, en la espalda, en el pie… e, incluso, un factor psicológico.

 

Hay miles de individuos que tienen miedo a las alturas o han sido asaltados en esos elevados pasillos. O, simplemente, no quiere caminar por un lugar sucio.

 

Hace 10 años, en una reunión con urbanistas de la UAM Xochimilco, uno de ellos comentaba cómo se estaba construyendo una ciudad para los vehículos y no para las personas, para los peatones.

 

Si se va a trazar una avenida, pensamos en hacer subir o bajar a las personas para sortear el paso de los automóviles, pero no pensamos en construir un puente vehicular y en que el que deba bajar o subir sea el auto.

 

Basta hacer un recorrido para percatarse de que hay una ciudad que los urbanistas han puesto a merced de los vehículos, y nosotros lo hemos aceptado sin cuestionarlo. En cada obra nueva, cada vialidad, observamos los puentes peatonales…

 

Y lo vamos a pagar

 

En un futuro no muy lejano, la CDMX será una urbe de ancianos (adultos mayores le llaman los programas sociales). Y no nos estamos preparando para ello, ni desde el punto de vista de la salud ni del urbanístico.

 

Edificios habitacionales sin elevadores, transportes públicos en donde para transbordar hay que subir y bajar una serie de puentes que, por ahora, muchos recorremos, pero que, será difícil hacerlo en 20 ó 30 años.

 

Ahora que se habla de movilidad y de nuevos conceptos urbanos, habría que pensar en replantear la metrópoli o, cuando menos, algunos espacios públicos para hacerlos amables al peatón, más que privilegiar al auto.