La elegante calle de Bárbara de Braganza en Madrid, es un precioso paseo de personas que disfrutan de los cafés y las tiendas. En esta mañana laboral hay muchos transeúntes visibles y uno invisible, que a pesar de estar sólo unos metros de distancia, la pertenencia a dos mundos no concomitantes hace que la invisibilidad destaque. El vagabundo busca en un contenedor de basura, tesoros que algún día pertenecieron a otro.

 

La profesión de periodista brinda la oportunidad de escuchar charlas muy interesantes. El otro día acudí al veinte aniversario de “SOLIDARIOS para el desarrollo”. Una organización de la sociedad civil vinculada a las Universidades Españolas, que tiene como objetivo buscar las causas que generan situaciones de exclusión social y ofrecer alternativas. Su misión es trabajar con las personas que sufren la exclusión social, la discriminación y la soledad, como las personas sin hogar.

 

No existe una estadística que confirme cuantas personas sin hogar hay en España, se calcula que son alrededor de 40.000. Cada noche los voluntarios de Solidarios se lanzan a las calles, al rescate afectivo de estas personas sin hogar.  Les calientan el cuerpo con cafés y el alma con conversación. Hablan con ellos y son escuchados. Los pensamientos invisibles de estas personas se convierten en palabras tangibles, contenidas de realidad, por donde respirar un poco de esperanza e ilusión.

 

mision

Por medio de rutas de calle en Madrid, Sevilla, Murcia, Granada y Barcelona, los voluntarios y voluntarias de Solidarios favorecen el encuentro desde la igualdad, empleando el ocio como herramienta para la inclusión. Se trata de un voluntariado muy difícil, en el que estas personas se encuentran en muchas ocasiones, con situaciones desagradables como peleas, llantos, gritos. Vidas que fueron consistentes y que de manera brusca o continuada, fueron rotas y un frágil hilo les separó de la familia, de los trabajos y en ocasiones, hasta de la cordura.

 

La compasión, uno de los ejes del amor, nada tiene que ver con la pena o lástima sin acción, sino con el amor en forma de herramienta para que el otro pueda aliviar su dolor. Los voluntarios de Solidarios emplean su ocio como una herramienta para la inclusión, aliviando el sufrimiento de estas personas que no tienen nada.

 

La invisibilidad no es solo un territorio de marginalidad. Somos invisibles entre nosotros, los privilegiados que tenemos amor en nuestras vidas y un bonito hogar donde vivir. El otro día me encontré con alguien que fue muy importante en mi pasado y no fue hasta que pasaron unos minutos, que me percaté de que casi nos habíamos rozado y no nos habíamos visto. También pertenecemos a mundos no concomitantes en nuestro entorno. Visibles e invisibles conviviendo en calles elegantes como Bárbara de Braganza, en Madrid.