La reforma fiscal que prepara el secretario Luis Videgaray se encuentra en su fase final, la de los ajustes finos, a tan solo 11 días para ser enviada al Congreso como parte del “Paquete Económico” para 2014, que incluye el Presupuesto de Egresos, la Ley de Ingresos y los Criterios Generales de Política Económica.

 

Como ya era esperado, el tránsito por el Congreso no será tarea fácil para la reforma fiscal que busca Videgaray. Y es que tanto panistas como perredistas tienen compromisos muy definidos con los sectores que los sostienen, lo que hace muy complicado el alcanzar acuerdos en materia tributaria, especialmente en lo que se refiere a los principales impuestos como el IVA, el ISR y el IEPS. Incluso al interior de su partido, el PRI, los acuerdos no serán cosa de un día de campo.

 

Pero si el tránsito de la reforma por el Congreso será accidentado, será en las calles donde movimientos como el de la CNTE o Morena de López Obrador, amenazan con resistir y truncar algunos de los cambios tributarios que algunos expertos plantean como indispensables para que ésta sea considerada como una verdadera reforma fiscal que genere los recursos para sustentar las otras reformas.

 

Así, se espera que la discusión se extienda durante todo el periodo legislativo y su grado de éxito en mucho dependerá de lo que ocurra fuera del Congreso; pero también de la fuerza de los cabilderos que representan a los poderosos intereses empresariales que ya están desplegados operando en el gobierno federal y también entre las principales fracciones legislativas del Congreso, comenzando por el PRI.

 

Así que la reforma que presente el secretario Videragay el 8 de septiembre luce más como un punto de partida para una discusión que se espera intensa y que podría dar giros inesperados en el camino.

 

De allí que los posibles escenarios sobre qué reforma fiscal se tendrá al final aún son muy preliminares y habrá que tomarlos con prudencia; sin embargo si el objetivo a perseguir es una mayor masa recaudatoria, tampoco hay mucho de dónde escoger. Desde esa perspectiva algunos analistas ya han planteado lo que sería factible de aprobar en materia tributaria. Uno de ellos es el Grupo Financiero Banamex que el viernes pasado publicó un reporte con sus expectativas sobre la aprobación de nuevos impuestos a los alimentos procesados “no básicos”, a las bebidas no carbonatadas y a los refrescos carbonatados; que, según el grupo, tiene fuertes probabilidades de ser aprobados.

 

En el documento Banamex dice: “Nuestro escenario base en 2014 contempla un IEPS de 8% a los refrescos, un IEPS de 8% a los panes dulces, botanas y confitería, y un IVA de 16% a las bebidas no carbonatadas sin alcohol (excluyendo el agua de garrafón). En total, esto representaría aproximadamente 0.6% del PIB, según nuestro equipo de análisis económico de México. Los casos más extremos (y creemos que más improbables) incluyen un IVA de 16% a los alimentos preparados “no básicos”, el cual podría incorporarse gradualmente durante varios años, y un IEPS de 15%-20% sobre los refrescos carbonatados y/o un IVA a los alimentos empacados con PET. Existe una posibilidad de que no haya nuevos impuestos sobre los alimentos y bebidas el próximo año; sin embargo, consideramos que esta posibilidad es inferior al 50%”

 

Y agrega el mismo reporte: “suponemos que todas las compañías mexicanas del sector de consumo bajo nuestra cobertura tratarán de trasladar cualquier posible mayor impuesto a los consumidores. Algunas compañías están incrementando ahora los precios, incluyendo Arca y KOF, mientras que otras, incluyendo Bimbo, han declarado públicamente que no esperan llevar a cabo aumentos de precios antes de fin de año”.

 

Así que antes, incluso, de entrar al Congreso, la reforma fiscal ya está provocando agujeros en el bolsillo de los consumidores, vía precios.

 

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