Cuánta razón tenían tanto el presidente Enrique Peña Nieto como su secretario de Hacienda, Luis Videgaray, cuando ambos en un lapso de 15 días reconocieron en entrevistas con el diario británico Financial Times lo mismo: Que el principal problema que enfrenta el gobierno es la pérdida de confianza de la población.

 

Los dos hombres más poderosos del gobierno admitiendo que están en un tobogán de desconfianza e incredulidad. Veneno puro para la labor de un secretario de Hacienda frente a los inversionistas y analistas globales en medio de una turbulencia financiera con desenlace incierto. Y debilidad mortal para un Presidente que va de tumbo en tumbo en sus decisiones sin encontrar cómo detener su caída libre.

 

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Las encuestas corroboran esta desconfianza. Ayer BGC-Excélsior publicó los resultados de una encuesta telefónica nacional realizada a 400 personas mayores de edad y cuyos resultados llaman poderosamente la atención por lo siguiente: El 62% de los encuestados cree que la economía está en crisis; sólo el 4% dice que “la economía del país está fuerte”.

 

Lo que destaca en los resultados de la encuesta es la percepción de dos terceras partes de los mexicanos que creen que el país está en una situación de crisis económica prácticamente similar a la que se tuvo en 2009, año en que la economía cayó casi 6%, el desempleo alcanzó 6.4% y el peso se depreció hasta 15.49 pesos por dólar.

 

Si bien es cierto que la situación económica actual del país no es comparable con aquella de 2008-09 cuando estalló la crisis financiera global; la mayor parte de los ciudadanos -principalmente los de las clases altas y medias- sí lo creen por la terrible desconfianza que tienen en las palabras y acciones del gobierno.

 

En la más reciente encuesta de confianza del consumidor que realiza conjuntamente el Banco de México e INEGI a nivel nacional, se observa que los encuestados respondieron con la peor evaluación sobre la situación económica del país en los últimos 12 meses. Incluso con la evaluación más baja del último año sobre la perspectiva que tienen de la economía hacia los próximos 12 meses.

 

Hay que decirlo. Esta desconfianza e incredulidad que muestran las encuestas en el manejo económico del país ha sido ganada a pulso no sólo por los pésimos resultados obtenidos en estos dos primeros años -combinada con una situación internacional volátil- sino también por el orgulloso empecinamiento del gobierno en justificar decisiones equivocadas y en intentar mostrar una realidad inexistente a base de fallidas estrategias mediáticas.

 

Claro que todas estas percepciones populares de crisis económica se retroalimentan con los casos de corrupción e impunidad en el sector público que van desde el asunto Ayotzinapa hasta los escandalosos casos de presuntos tráficos de influencias no aclarados por Los Pinos.

 

En medio de este tobogán de desconfianza confesado al diario Financial Times y en plena carrera electoral, Peña Nieto y Videgaray han optado recientemente por acercarse a los empresarios buscando apoyos en un intento –creo que bastante tardío- por enviar señales de que han entendido que gobernar al país no es lo mismo que gobernar al Estado de México. Así se leyó en la reciente reunión que tuvieron con los banqueros en Acapulco.

 

Pero eso no exime a Peña Nieto y a Videgaray de seguir cayendo por el tobogán de la desconfianza y de la incredulidad. Caída que no se detiene mientras que crece la percepción popular sobre su inexperiencia, ignorancia y corrupción para gobernar. Estos tres, que son sus verdaderos demonios a exorcizar.