Paradojas de la política; si algún partido se opuso siempre a la instalación de casinos y casas de juego en México, ese fue el PAN. Cuando los gobiernos priistas llegaron a deslizar o a sondear la posibilidad de dar permisos para casinos, los panistas eran casi siempre los primeros en desgarrarse las vestiduras y, con el argumento de que tales negocios “traerían el vicio y degradación moral”, Acción Nacional fue siempre opositor a la legalización del juego.

 

Pero sorpresas nos da la vida, llegó el PAN al gobierno y su óptica cambio. En silencio, en lo oscurito, Santiago Creel negoció en mayo de 2005 la entrega de permisos a diversas empresas y empresarios interesados en el negocio de las apuestas, y con el aval de Marta y Vicente Fox desde Los Pinos, antes de salir de Gobernación en busca de su candidatura presidencial, Creel les dejó el “regalito” de permisos para operar casinos a empresarios como Emilio Azcárraga Jean, de Apuestas Internacionales de México, a quien le dio 170 permisos para abrir salas de juego; Olegario Vázquez Raña, con 20 salas y a Abraham Mafud, de Yucatán, con 36 salas.

 

Después vendrían otras autorizaciones a empresarios menos conocidos como Carlos Riva Palacio Magaña, José Carlos Morales Rojas, a quienes les otorgó 106 permisos para casinos, mientras que a otros como Raúl Quintana y Pablo de la Cortina les otorgaron 10 permisos. En total, en el mes de mayo, antes de dejar Gobernación, Creel abrió en negocio del juego en el país al otorgar 266 permisos para instalar casinos y salas de apuestas, algo inédito hasta ese momento en México.

 

A partir de ahí los gobiernos panistas entendieron que el negocio del juego no sólo redituaba beneficios políticos como los que buscó Creel al dar permisos a empresas y empresarios que creyó que luego lo apoyarían en su fallida campaña presidencial, sino que además había detrás también una fuente de ingresos económicos.

 

La discrecionalidad en el manejo y otorgamiento de los permisos para casinos se volvió la constante y en el sexenio de Felipe Calderón funcionarios del área de Juegos y Sorteos de Gobernación aprovecharon sus puestos para vender favores y traficar influencias con los llamados casineros, como se dio en llamar a los nuevos empresarios de un sector nuevo en México. Fue tal en nivel de involucramiento que llegó a haber entre algunos empresarios del juego y funcionarios del PAN, que incluso se habla de financiamientos de dueños de casinos a campañas internas del panismo.

 

Dos empresas se ubicaron como las “favoritas” de los funcionarios panistas: de un lado Entretenimiento de México, del llamado Zar de los Casinos, Juan José Rojas Cardona, de quien se dice llegó incluso a financiar la campaña de Felipe Calderón, y luego apoyaría también la campaña interna de Gustavo Madero y de varios candidatos panistas a senadores y diputados en 2009.

 

La otra empresa se llama Producciones Móviles, una razón social ligada a ex funcionarios de Gobernación como Juan Iván Peña Neder, actualmente preso, y que surgió tras la desaparición de Juegos de Entretenimiento y Videos Cadereyta, empresa que operaba el Casino Royale en Monterrey con un permiso falso.

 

Esta última empresa es la que, se afirma, fue beneficiada con 94 permisos el 30 de noviembre de 2012 minutos antes de concluir el gobierno de Felipe Calderón, aunque el ex subsecretario de Gobernación Obdulio Ávila afirma que no hubo tales permisos.

 

En todo caso, esas dos empresas casineras han salido a relucir en los escándalos de prensa de los últimos días en los que los nombres de varios panistas, incluido el senador Roberto Gil, han sido mencionados como parte de una supuesta red de corrupción entre empresarios de los casinos y panistas. Buena parte de estos escándalos tienen que ver con la disputa interna del PAN que este sábado, en su Congreso Nacional, comenzará a definir cuál de los dos grupos que se disputan el control del partido, calderonistas de un lado y maderistas y Yunque del otro, avanza o retrocede en este enfrentamiento interno. Por lo pronto queda claro, con el tema de los casinos, que Acción Nacional se transformó en el gobierno: del partido que se decía guardián del bien común y la moralidad pública, al partido que terminó señalado e involucrado con mafias de casineros.