Aún dentro del templo de Jesús de Nazaret, ubicado en República de El Salvador y Pino Suárez, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, no es sencillo encontrar el sitio en el que se encuentran los restos de Hernán Cortés.

 

No hay señalamiento. Hay que caminar hasta el altar y buscar en el costado derecho. Ahí se encuentra una placa roja con vivos dorados en el que resalta su nombre.

 

El fanatismo “anticolonialista” mantiene prácticamente escondidos en el muro de una iglesia, los restos de Cortés.

 

Ni una indicación. Ni una flecha. Mucho menos un folleto. Y no es difícil imaginar por qué.

 

De hecho, cuando menos en dos ocasiones se tuvieron que llevar a cabo estrategias para disimular su reubicación y evitar que los saquearan o dañaran el sitio en el que se encuentran.

 

En 1823, por ejemplo, el busto y el mausoleo fueron enviados a Italia aunque sus restos permanecieron en la Ciudad de México. Su ubicación era una información que se guardaba con recelo. Es por eso que mucha gente ignora que se encuentran en el país.

 

En busca de Hernán Cortés (2)

 

El fanatismo ha provocado que se mantengan ocultos o en el olvido los sitios históricos relacionados con él, o de esta etapa en que se gestó el mestizaje en México, según algunos historiadores, en muchos casos, de forma violenta, pero en otros, de forma voluntaria.

 

Sí. Hernán Cortés es un personaje controversial. Pero su importancia histórica no se puede negar, y hay que estudiarla para entender no sólo el momento que le tocó vivir, sino la forma en que nació México como nación.

 

En mayo de 2015 publiqué en el diario El Financiero cómo la placa que indicaba el punto de encuentro entre Hernán Cortés y Moctezuma estaba grafiteada. Meses después, en ese lugar se colocó un mural con la réplica de la obra de Juan Correa, que muestra cómo pudo ser ese encuentro.

 

Pero ese mosaico no dice nada más. No hay una leyenda o frase que aluda al por qué de esa placa en ese lugar.

 

Semanas después de la publicación, me encontré en un café de la Plaza de Santo Domingo a uno de los funcionarios responsables de los sitios de interés del Centro Histórico. Y me comentó que se pondría la réplica de la obra de Juan Correa. Antes, justificó el olvido en que se encuentra el lugar mencionado:

 

“A la gente no le cae muy bien Moctezuma por su actitud entreguista”, me dijo. Y entonces entendí que el fanatismo anticolonialista no sólo estaba al acecho de la tumba de Hernán Cortés para dañarla, sino que había llegado al gobierno local y minimizaba todo lo que oliera a Hernán Cortés e, incluso, a Moctezuma.

 

En busca de Hernán Cortés (1)

 

Debido a esas posturas, los mexicanos y, específicamente los habitantes del naciente estado 32, desaprovechamos un momento y varios sitios que, independientemente del aporte a una visión de la historia, podría aprovecharse como una ruta para el turismo y pensar más en los sitios históricos que en las tortas y tamales gigantes para convencer a los turistas de que visiten México, que es parte de la estrategia que lleva a cabo actualmente el secretario de Turismo de la CDMX, Miguel Torruco.