Si todo dramatismo y exageración caben cuando hablamos de un clásico, imaginemos lo que representa que ese clásico se juegue en una instancia definitiva como lo es la Liguilla.

 
Por ello, no resulta exagerado pensar que el actual proyecto del Club Deportivo Guadalajara se tambalearía con una tercera eliminación consecutiva a manos de un acérrimo rival.

 
En 2016 se padecieron hasta dos caídas ante el América en cuartos de final, situación con riesgo de repetirse (o enmendarse) ahora frente al Atlas.

 
Nadie duda que el Chiverío disfruta de su mejor momento en mucho tiempo, que la directiva ha hecho fuertes inversiones para contratar a lo mejor disponible, que la cantera vuelve a ser fértil y prometedora, que Matías Almeyda ha ejercido de gran manera ese liderazgo, que una institución habituada por años a dar bandazos al fin goza de estabilidad y sabe hacia dónde va.

 
Sin embargo, la genuina meta es conquistar el título, con tan mala suerte que a su disputa se llega en estado incierto. Tras un buen inicio de torneo que permitió a Chivas tomar el liderato, el cierre fue fatal con apenas tres de quince puntos disputados. Hubo lesiones por demás sensibles como las de Brizuela, Pizarro, Zaldívar, Aris, aunque no existirá consuelo para la afición del Rebaño si el marcador global resulta adverso contra Atlas.

 
Una vez concluido el torneo regular, Almeyda reiteraba que está por iniciar un torneo nuevo, que viene un borrón y cuenta nueva. Eso nos obliga a preguntarnos por la versión rojiblanca que veremos en plena liguilla: ¿La arrasadora, dinámica e ilusionante de unos meses atrás? ¿O la diezmada, ralentizada, falta de gol, padecida en el último mes?
No habrá demasiado tiempo para conocer la respuesta. En 180 minutos, el Guadalajara se juega muchísimo más que una nueva oportunidad de ser campeón. Pase lo que pase, no quedará otro camino que la continuidad de Almeyda, pero se asume que de tropezar en este nuevo obstáculo de alto voltaje, algo más que confianza se habrá perdido.
Dicho todo lo anterior, bajo el entendido de que Chivas no es hoy, ni por mucho, el principal candidato a este título, que más de tres cuadros llegan mejor.

 
Reivindicación o tormenta perfecta: al cabo de unos nuevos cuartos de final con clásico incluido, no habrá términos medios. Todo clásico deja heridas; un clásico en fase definitiva, mucho más profundas; ni hablar de tres clásicos en liguilla al hilo.

 
Twitter/albertolati

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