El Solsticio (del latín solstitium “sol sistere”, significa “Sol quieto”) de Verano es uno de los momentos del año en los que el Sol alcanza su mayor o menor altura aparente en el cielo, y la duración del día o de la noche son las máximas del año, respectivamente.

 

 

En este periodo el Sol alcanza su altura máxima al mediodía y se corresponde con el día más largo del año, marcando el paso de la Primavera al Verano. A partir de esta fecha los días comienzan a decrecer.

 

 

A lo largo del año la posición del Sol vista desde la Tierra se mueve hacia el Norte y hacia el Sur y la existencia de los solsticios está provocada por la inclinación del eje de la Tierra sobre el plano de su órbita.

 

 

He aquí la explicación: la duración de una órbita terrestre es equivalente a algo menos de 365 y un cuarto de rotaciones terrestres (es decir, de días). Con ese cuarto se explica en el calendario gregoriano la introducción cada cuatro años de un día extra: el 29 de febrero de los años bisiestos. Sin embargo hay más correcciones para regularizar ese cuarto anual de rotación terrestre, y es que el calendario actual por el que nos regimos elimina tres días bisiestos cada cuatro siglos.

 

 

El solsticio durará 93 días y 15 horas. El verano inicia cuando el Sol alcanza su máxima declinación Norte (+23º 27′), por lo que el astro sale más pronto y se pone más tarde, aunado al fenómeno del afelio, que es cuando el Sol y la Tierra están más alejados entre sí.

 

 

Lo anterior causa que la Tierra se mueva más lentamente a lo largo de su órbita elíptica (ley de Kepler), por lo que el verano se convierte en la estación más duradera del año.

 

 

En 2017, esta temporada tendrá tres lunas llenas, el 9 de julio, 7 de agosto y 6 de septiembre, en tanto que el planeta Venus se dejará de ver al amanecer, y Júpiter y Saturno al atardecer, de acuerdo con el Observatorio Astronómico Nacional.

 

Astronomía en el México Prehispánico

 

La actividad astronómica indudablemente jugó un papel muy importante en el desarrollo de las culturas en Mesoamérica; gracias a ella fue posible generar sistemas calendáricos que permitieron transferir el orden del cielo a la sociedad. Además, el conocimiento de los astros se vio reflejado en muchos aspectos de la religión mesoamericana:

 

En la bóveda celeste aparecían diversas deidades, diversos fenómenos astronómicos eran incrustados de manera implícita en varios mitos. Ciertamente que el ejercicio de tan importante actividad fue reservado a cierto grupo privilegiado, encargado de conservar y acrecentar el conocimiento astronómico; a la vez éste fue el resultado de la observación paciente durante muchas generaciones, hasta llegar a convertirse en patrimonio de toda Mesoamérica.

 

Los sacerdotes-astrónomos tenían por supuesto una influencia decisiva sobre la sociedad, y su importancia quedó descrita por los mexica. (Con información de El País y México Desconocido).

 

grg