El grito de “¡Cuarenta puntos! ¡Cuarenta puntos!” en el italianizado inglés de Claudio Ranieri dejó de ser creíble muy pronto durante la temporada pasada de la Premier League.

 

¿Cómo pensar en cuarenta puntos, cómo vincular al Leicester City con el objetivo de la mera salvación, cómo conformarse con tan poco, cuando el paso de las jornadas sólo consolidaba más a los Foxes en la cima del torneo? Ranieri enfatizaba que hasta no sumar esas cuatro decenas de unidades, necesarias para eludir el descenso, no hablaría de otras metas.

 

Apenas unos meses después de la que muchos han calificado como la mayor gesta en la historia de las grandes ligas europeas, todavía en este mismo 2016 que por siempre llevará la impronta del sorpresivo Leicester, parece difícil de creer que el equipo de las Midlands esté tan cerca de posiciones comprometedoras; nada menos que a dos puntos y un poco por debajo del promedio que garantizaría esos ansiados cuarenta.

 

Claro que al mismo tiempo ha hecho una espléndida campaña europea que ya le aseguró octavos de final de Champions League como líder de grupo; como sea, el riesgo de perder la categoría, de caer de la Liga Premier, resulta sustancial.

 

Pese a la cantidad de rumores que se soltaron durante el verano pasado, sólo el mediocampista N’golo Kanté dejó la institución. Jamie Vardy, Riyad Mahrez, Christian Fuchs, Danny Drinkwater, Marc Albrighton, Shinji Okazaki, Kasper Schmeichel, todos sonaron para salir a cambio de muchos millones de libras. Sin embargo, el esfuerzo económico fue gigante y el Leicester evitó ser desmantelado; apenas vendió a un futbolista importantísimo, como el laborioso contención francés, y con ese dinero adquirió a varios refuerzos.

 

Antes de iniciar el certamen, Ranieri advirtió que la posibilidad de repetir el título era nula. La prensa colocó de inmediato esa frase en el baúl de la de los cuarenta puntos, pero el entrenador sabía que, más allá de los trabucos formados por al menos cinco equipos con otras perspectivas de gasto y otro nivel de exigencias, sus pupilos tendrían que enfrentarse a un rival más arduo: la expectativa.

 

Obstáculo para Vardie, desconocido hace un par de años, cuando estaba extraviado en divisiones menores, y desconocido en la actualidad, si se le compara con el arrollador ejercicio precedente; obstáculo para el resto, quienes pasaron de ser apoyados en todas las canchas a equipo al que todos desean derrotar: nada menos que el monarca.
Sería absurdo tener al Leicester con vida en la Champions y al mismo tiempo en posiciones de descenso. Absurdo, aunque, vistas las cifras actuales, perfectamente posible.

 

Por ello el discurso de Ranieri, escuchado pero acaso inconscientemente ignorado por el plantel, es urgente: “¡Cuarenta puntos! ¡Cuarenta puntos!”. Después de eso, todo lo demás, incluido deleitarse en los acordes del himno de la Champions League que con tanta y tan conmovedora justicia se ganaron.

 

Ojalá que así sea. Tan bella historia no puede quedar en especie de one hit wonder.

 

Twitter/albertolati

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