Algo más que respaldo ha concedido Joseph Blatter a la organización de la Copa del Mundo 2018. Palabras más claras, imposible: “Algunas personas quieren que el Mundial sea quitado a Rusia, pero daremos una respuesta a esto: estamos involucrados en futbol y no permitiremos que la política se meta. Si algunos políticos no están particularmente contentos de que hagamos el Mundial en Rusia, entonces siempre les diré: ´muy bien, quédense en casa’”.

 

Semejante apoyo no lo había recibido país alguno a lo largo de la historia. Declaración tan contundente no encontraremos en relación a las últimas dos sedes que padecieron ciertos problemas de retrasos (Sudáfrica y Brasil), pero ni siquiera respecto a los híper modernos Alemania en 2006 o Japón en 2002.

 

columna lati vladimir putin

 

Bien se sabe, Rusia tiene una serie de controversias con ciertos gobiernos occidentales (semanas atrás un grupo de senadores estadunidenses hacían una petición a la FIFA para mudar el torneo a otro sitio); crisis como la de Ucrania, regulaciones como la ley que prohíbe lo que denomina “propaganda gay”, la peor devaluación del rublo desde fines de los 90, pero, ante toda crítica o duda, Blatter habló y fuerte.

 

Inevitable recordar una frase esgrimida por el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, en 2013, cuando Brasil padecía numerosas demoras en los preparativos:

 

“Voy a decir algo que es una locura, pero menos democracia a veces es mejor para la organización de un Mundial (…) Cuando se tiene a un fuerte jefe de Estado que pueda decidir, como puede ser Putin en 2018 (…) para nosotros los organizadores es más fácil que un país como Alemania, donde uno debe negociar a diferentes niveles. Hay diferentes personas, diferentes movimientos, diferentes intereses y es muy difícil organizar un Mundial en estas condiciones”.

 

La química entre el organismo rector del futbol y el gobierno de Putin parece superarlo todo. Por supuesto que Qatar ya ha sido respaldado cuando numerosas voces se elevaron pidiendo su marginación como sede del Mundial 2022. La diferencia fue que el propio Blatter había sembrado dudas y alimentado la incertidumbre. “Todos cometemos errores”, admitió cuando se le preguntaba por la problemática del clima qatarí en junio.

 

“Hablaremos sobre esta preocupación, las condiciones laborales, pero no somos quienes de hecho pueden cambiarlo (…) No es responsabilidad primaria de la FIFA, pero no podemos cerrar los ojos. En todo caso, no es una intervención directa de la FIFA lo que podría cambiar las cosas”, manifestó antes de viajar a un encentro con el nuevo Emir y ante la ola de protestas por las condiciones de quienes erigen los estadios.

 

No obstante, toda declaración queda corta si se le compara con lo dicho sobre Rusia. “Estoy contento y orgulloso, presidente”, explicó a Vladimir Putin, “estoy orgulloso de que Rusia se está preparando para albergar el Mundial. Todo va acorde a los planes y nada se obstruirá que Rusia organice el mejor Mundial de la historia”.

 

Ya se sabe: la FIFA es feliz con su bandera de no politización, siempre y cuando sea lo que le convenga. Y es que a sus ojos todo es tan relativo…

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