Sábado de lo que últimamente se ha denominado Der Klassiker, ese ardiente partido entre Borussia Dortmund y Bayern Múnich, aunque una vieja anécdota nos permite entender que Alemania ha sido mucho más un país de derbis (choques regionales) que de clásicos (duelos nacionales).

 

En 1921 la totalidad de la selección teutona estaba conformada por jugadores de los clubes Núremberg y Fürth, localidades separadas por escasos nueve kilómetros pero con tal rivalidad que un futbolista del Fürth fue despedido por haberse casado con una nativa de Núremberg. Cuando llegó la convocatoria a la Mannschaft, los elementos del Núremberg se negaron a viajar en el mismo vagón que los del Fürth y la federación debió maquinar un sistema de comidas y traslados que permitiera a cada bando ir por su lado.

 

Como ese derbi de la región de Franconia, hay muchos igual de delirantes en un país cuyo tardío nacimiento (1871) fue incluso posterior al del futbol (1863). Por ello las añejas disputas entre más de 30 Estados germanos en constante alianza y traición, terminaron por canalizar al deporte.

 

Sucede que Dortmund y Bayern han compartido la cima de la Bundesliga en cuatro de las últimas cinco temporadas, se han enfrentado en las cuatro más recientes ediciones de la copa y hasta han dirimido toda una final de Champions League en 2013.

 

A eso necesitamos añadir la inmensa diferencia económica entre uno y otro, que permite al Bayern llevarse a las mayores figuras del Borussia (Mario Götze, Robert Lewandowski), con lo que se refuerza al tiempo que debilita a su principal oponente.

 

Sin embargo, un episodio reciente nos permite comprender algo revelador tanto de la cultura del futbol alemán como de esta rivalidad: que en 2004 el Bayern rescató financieramente al Dortmund con un préstamo por dos millones de euros. Sin ese dinero, el Borussia no habría logrado evitar la bancarrota. Uli Hoeness, presidente del club bávaro que después dejaría el cargo por problemas fiscales, explicaba la razón del rescate: “Era una situación crítica para el Borussia. Cuando no podían pagar ni siquiera los salarios, entendimientos que debíamos de ayudarlos. Soy un gran aficionado de la tradición en el deporte y pienso que hicimos lo correcto”.

 

¿La Juventus lo haría por el Inter? ¿O el Manchester United por el Liverpool? ¿Imaginan en eso al Real Madrid con el Barcelona, al Benfica con el Oporto, a River con Boca?

 

Vale la pena mencionar que el Bayern también contribuyó importantemente para sacar del abismo económico al St. Pauli en 2003 (obsequió un partido de exhibición) e incluso a su rival local, el 1860 München, en 2011.

 

Al margen de lo dadivosa que pueda resultar una institución que sin remedio también es arrogante y pedante por venderse como molde de perfección, puede verse que la Bundesliga y lo que hoy se llama Der Klassiker, es distinto.

 

De ganar el Dortmund, cómodo en su rol de Robin Hood, quedará a dos escasos puntos del Bayern, distancia que llegó a ser de hasta ocho unidades apenas cuatro jornadas atrás. La presión está con los de Pep Guardiola, que van de visita al estadio más ruidoso del país (no en vano le dicen la Opernhaus o Casa de la Ópera).

 

Sea Klassiker o no, más allá de si su rivalidad está apenas basada en la hegemonía de las últimas dos décadas, tenemos partido este sábado en la Bundesliga: la sofisticada Múnich contra la industrial Cuenca del Ruhr.

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